«Cada vez tengo más claro que más que buenos actores, lo que yo busco son buenas personas capaces de dotar de mucha verdad a los personajes que interpretan», dijo ayer el director de Teatro del Velador, Juan Dolores Caballero, El Chino. Rodeado de un elenco rotundamente joven presentó la nueva obra de la compañía, Las Tesmoforias, de Aristófanes, que se verá en el Itálica desde hoy y hasta el sábado a las 22.30 horas en el marco del Festival de los Teatros Romanos de Andalucía.
«Se trata de una comedia de enredo donde las mujeres castigan a quienes las injurian», resumió El Chino. Sin embargo, no es esta una obra que se deje llevar por el «buenismo imperante; aquí ni los hombres ni las mujeres son todos unos santos», dijo. En ese sentido expresó que, con Las Tesmoforias, Aristófanes fue «un paso más allá que con otra obra precedente, La asamblea de las mujeres, porque en aquella las mujeres actuaban por exigencia de los hombres y en la nuestra lo hacen por su propia voluntad». No esconde El Chino que parte del éxito asegurado del montaje pasa por la actualidad que alberga el texto, en el que ha intervenido poco, dejando la trama tal y como la concibió el comediógrafo griego. «Solo he eliminado muchos de los numerosos coros de alabanza a los dioses que no aportaban nada a excepción de uno central, que sirve como reflexión de lo que se está contando y que, por lo mismo, yo he decidido poner al final del montaje», explicó.
Con un presupuesto muy reducido, la obra presenta a ocho actores en el escenario –al casting se presentaron unos 80 aspirantes– y cuenta con música original creada para estas Tesmoforias, también denominada como La fiesta de las mujeres. «Es una comedia muy blanca que ejerce una crítica vigente a esta sociedad comandada solo por hombres y que resulta ser además un obsequio para la risa», añadió. Para generar más complicidad con el público, Teatro del Velador ha decidido representarla no en la escena del Teatro Romano de Itálica si no en la misma orchestra, con lo cual hay una cercanía mucho mayor con los asistentes, «lo que permite vivir mucho más intensamente la comedia», reconoció El Chino.
Ensayada durante numerosas tardes con 40º grados cayendo a plomo sobre el elenco, El Chino animó ayer a los reticentes a que se acerquen a descubrir una obra como esta porque «permite entender de una forma muy clara cómo la comedia americana bebe directamente de los clásicos grecorromanos». Para algunos de los actores esta es además su primera obra de gran formato, teniendo en cuenta que varios de ellos acaban de terminar sus estudios de Arte Dramático. Es el caso de Anabel Batllés, quien reconoció que trabajar con Juan Dolores Caballero «ha sido un regalo» y se mostró segura de que mucho de lo que ha aprendido aquí lo podrá aplicar a otras experiencias en el futuro. Como ella, también María Marín se estrena en el teatro profesional; a pesar de que llegó al casting de casualidad y fue, para su sorpresa, una de las actrices seleccionadas.
La compañía Teatro del Velador se ha planteado siempre la búsqueda y la investigación en el ámbito contemporáneo como manera de crear y definir un lenguaje propio. Define su teatro y danza como «bruto», bebiendo y basándose en el «arte bruto», donde las técnicas y los sistemas de representación proceden de una invención completamente personal. El denominador común podría ser la obsesión por los motivos de lo feo y el deshecho humano, el desafío a los cánones clásicos de equilibrio y armonía, prefiriendo el desequilibrio, el exceso y lo inacabado.