«Mi música es tan accesible como el ‘Bolero’ de Ravel»

El alemán es el nombre más importante de la música de vanguardia hoy. Cuando celebra su 80 cumpleaños sigue fascinando e irritando al público que se enfrenta a su obra. En España su música, salvo contados intentos, es prácticamente inédita

07 dic 2015 / 08:52 h - Actualizado: 07 dic 2015 / 08:55 h.
"Música"
  • El compositor alemán Helmut Lachenmann, en una imagen de archivo. / El Correo
    El compositor alemán Helmut Lachenmann, en una imagen de archivo. / El Correo

{Helmut Lachenmann (Stuttgart, 1935) celebra su 80 cumpleaños erigido en el gran portavoz en activo de la música de vanguardia. Los conciertos con su música derivan en acontecimiento y su nombre sólo es comparable en alcance con los de John Cage (1912-1992), Karlheinz Stockhausen (1928-2007) y Pierre Boulez (1925), este ya retirado de la actividad pública. Mientras que en España su onomástica ha pasado casi desapercibida, en la vecina Portugal, la ejemplar Casa da Musica de Oporto lo ha nombrado este año compositor residente. Una actividad que culminará el próximo sábado 12.

—La interpretación de su obra Tanzsuite mit Deutschlandlied cerrará en Oporto la dedicación a su obra que le ha dispensado la Casa da Musica. ¿Cómo de cercana siente una obra que compuso hace 35 años?

—A mis obras, ya tengan 10, 35 o 50 años, las quiero por igual porque todas representan momentos concretos de mi vida. Componer la Suite de danzas fue una aventura en la que puse mucho corazón porque en ella uso patrones rítmicos muy familiares como el valse, la giga o la polka. Técnicamente, claro, ha quedado lejos. Porque hoy he dejado atrás esa forma de evocar elementos tradicionales para ponerlos bajo otro prisma.

—Aunque su música se ha ido haciendo algo más accesible, es usted un creador extremadamente fiel a su propio estilo. ¿Sigue siendo necesario provocar al público burgués en 2015?

—Mi música siempre ha sido y es tan accesible como el Bolero de Ravel o Träumerei de Schumann, piezas que parecen estar al alcance de todos. Fue la audiencia burguesa la que siempre ha sido inaccesible para mí. Pero como puede ver mi música es interpretada y querida en muchos lugares del mundo: Hamburgo, Tokyo, Viena, Buenos Aires y el año que viene Spoleto (USA), donde presentaré mi ópera. ¿Qué más puedo pedir? Sé que bajo criterios comerciales mi música no es interesante, pero todos los grandes maestros han tenido ese problema. ¡Yo no soy Michael Jackson! a quien por cierto admiro. Mi obra es una invitación a abrir nuestros oídos y nuestra mente. Soy tan fiel a mí mismo como lo fueron a sí mismos Mozart y Beethoven. Y nunca he tenido la intención de perturbar a nadie, sólo he seguido mi propio camino, mis propias visiones musicales.

—En 1965 presentó la obra electrónica Szenario. ¿Por qué nunca volvió a este género?

—Esa pieza fue para mí un paso importante en mi búsqueda sonora. Los sonidos producidos de manera digital pueden resultar interesantes, pero yo no estoy interesado en los sonidos interesantes. No tienen la intensidad y la magia de los instrumentos tradicionales.

—A su colega Stockhausen le preocupó extraordinariamente el futuro de su obra. ¿Qué piensa usted sobre este asunto?

—Que ese no es mi problema.

—¿Es la transgresión la única posible respuesta a la indiferencia que algunos públicos sienten ante la música contemporánea?

—Sin querer compararme con ellos, pero mi música no es más transgresora ni radical que la de Monteverdi, Bach, Beethoven o Schoenberg. Todos ellos fueron criticados y respetados, odiados y amados. Hoy día muchas personas pagan altas sumas de dinero para hacer turismo en el desierto o viajar a la luna. Pero cuando van a la sala de conciertos prefieren quedarse refugiados en la calidez de los hábitos, oyendo la música de siempre. Esa no es la actitud con la que enfrentarse al arte musical, donde conviven estilos tan diferentes y atractivos que van del canto gregoriano a Mahler, Sciarrino, Steve Reich, Nono o Arvo Pärt.

—¿La joven generación de compositores tiene la misma actitud desafiante a las reglas que la suya tuvo?

—El problema de los jóvenes no es encontrar nuevos sonidos. Eso sería una ambición botánica. El problema es encontrar nuevos modos de escucha, descubrir nuevas antenas en nuestra mente. Por eso no es cuestión de crear ruidos o sonidos espeluznantes. La Sinfonía Júpiter, de Mozart, contiene las mismas tres notas –Do/Mi/Sol– que la obertura de Los maestros cantores, de Wagner. Pero la sonoridad es totalmente diferente porque el contexto es completamente distinto.

—¿Por qué en los últimos años compone menos?

—Eso es un asunto privado. Todas estas entrevistas, etc... Y no se preocupe, vendrán más. No soy un compositor autómata. ~