El cortometraje de Mark Gill The Voorman Problem estuvo nominado al Oscar y al Bafta hace unos años, y ahora da el salto al largometraje con un sensible retrato de Steven Morrissey antes de convertirse en fundador del mítico grupo de rock alternativo de los ochenta The Smiths. Una operación que parece seguir los pasos de Control, película que dirigió Anton Corbijn hace una década en torno a Ian Curtis de Joy Division. Pero lejos de analizar la trayectoria musical de Morrissey, aquí se trata de reflejar su periplo durante los años previos a alcanzar la fama, rodeándolo de las mujeres que debieron marcar su personalidad, ya suficientemente distinguida por una autoconfianza sólo lastrada por una timidez extrema y una falta casi absoluta para socializar. El retrato se centra en dos influencias negativas, su primera y frustrante amiga, y una compañera de trabajo empeñada en conquistar al cantante homosexual; y otras dos positivas, una espléndida y generosa amiga con quien mantiene una relación llena de ternura y compenetración, y su madre, que protagoniza uno de los momentos más emotivos de la cinta, ofreciéndole confianza total para alcanzar su sueño en consonancia con su genio y talento. Y es ahí donde radica la fuerza de esta humilde película, que ni pretende recrear con exactitud el ambiente de la época ni trazar una definición compleja hasta el trauma del protagonista, sino mostrar la ternura que subyace en estas entrañables relaciones hasta que aparecen en su vida el guitarrista Billy Duffy, de The Cult, y Johhny Marr, con quien fundaría The Smiths, y las luces se encienden para dar paso a la leyenda. Jack Lowden hace un trabajo espléndido para seducir al espectador, mientras el ritmo narrativo, el encanto y la amabilidad de la batuta de Gill se encargan del resto, que no es sino homenajear a quienes deciden vivir de y para sus sueños.
England Is Mine ****
Proyección especial. Reino Unido 2017 92 min.
Dirección: Mark Gill Intérpretes: Jack Lowden, Jessica Brown Findlay, Jodie Comer, Simone Kirby