Remedios Zafra (Zuheros, Córdoba, 1973), profesora de la Universidad de Sevilla, es una autora harto conocida entre los lectores interesados en materias como el feminismo, el mundo del trabajo en la era digital y, sobre todo, las vidas conectadas por la red. Todo ello confluye en su última obra, El entusiasmo, que le valió el premio Anagrama de Ensayo en su última edición, y que acaba de ver la luz en la editorial del mismo nombre.

En esta nueva entrega, Zafra explora territorios como el entusiasmo entendido como motor de la creatividad que acaba deviniendo en herramienta de explotación por parte del sistema, la precariedad y la sumisión como principal consecuencia de esta transformación o el espejismo de libre creación y circulación de los bienes culturales en la red.

Una propuesta que, según afirma la autora, bebe de lecturas fundamentales (Nicolas Bourriaud, Hito Steyerl, Judy Wajcman) pero que también participa de las inquietudes que caracterizaban a los libros anteriores de Zafra, como Ojos y capital, Los que miran, Un cuarto propio conectado, Despacio o (h)adas, que la profesora concibe en conjunto «como una obra integral».

«Ya en Un cuarto propio conectado me interesaba una lectura que funcionara como contrapunto de las que predominan en la red», comenta la profesora. «En este camino de cuantificación del mundo dejamos fuera contradicciones, conflictos, deseos que forman parte del día a día de los trabajadores culturales. La mejor manera de afrontarlo era un ensayo donde convivieran lo literario y lo antropológico, y donde pudiera combinar autoetnografía, observación, experiencias compartidas con compañeros y estudiantes».

A partir de estos presupuestos, Zafra empezó a encontrarse con realidades tan chocantes como habituales: trabajadores culturales a los que se les paga con «visibilidad» y likes, profesores sin tiempo para nada que deben invertir grandes esfuerzos en justificar la mínima cantidad de dinero percibida por dar una conferencia, profesionales acosados por la necesidad de acumular méritos en busca de una mínima estabilidad, becas que acaban costándole el dinero a sus beneficiarios... La propia autora reconoce que logró terminar este libro en un tiempo relativamente corto gracias a un problema de salud que la obligó a posponer otras obligaciones y compromisos. «En El entusiasmo hablo también de la dificultad que tenemos para disponer de concentración frente a los tiempos rápidos que caracterizan nuestro día a día», apunta.

«La velocidad», prosigue, «está perjudicando a varios niveles la práctica creativa, sobre todo quita tiempo para la distancia reflexiva y creativa, y favorece la postverdad, porque facilita la caída en lo emotivo, en lo reafirmado por la masa. Por eso necesitamos tiempos que operen como casillas vacías, que nos permitan trabajar con calma y concentración».

En ese sentido, los likes y los seguidores también «se sostienen en esa lógica de celeridad y propician un predominio del paso epidérmico por las cosas frente a la reflexión. Preferimos el charco donde mojar los dedos frente a la caverna donde dejarnos perturbar por los que nos interpela y nos saca de la inercia», agrega.

Por otro lado, Remedios Zafra es consciente de que la lectura de su libro puede llevar a algún momento de desesperanza ante la realidad actual. «He disfrutado escribiéndolo y he sufrido pensando que no podemos seguir con la rutina de que no pasa nada. En todo caso, creo que el pesimismo siempre nos neutraliza, y es lo opuesto a lo que pretende el libro que es perturbar pero también ver la posibilidad de una alianza reivindicativa», apostilla.

Remedios Zafra (Zuheros, Córdoba, 1973), profesora de la Universidad de Sevilla, es una autora harto conocida entre los lectores interesados en materias como el feminismo, el mundo del trabajo en la era digital y, sobre todo, las vidas conectadas por la red. Todo ello confluye en su última obra, El entusiasmo, que le valió el premio Anagrama de Ensayo en su última edición, y que acaba de ver la luz en la editorial del mismo nombre.

En esta nueva entrega, Zafra explora territorios como el entusiasmo entendido como motor de la creatividad que acaba deviniendo en herramienta de explotación por parte del sistema, la precariedad y la sumisión como principal consecuencia de esta transformación o el espejismo de libre creación y circulación de los bienes culturales en la red.

Una propuesta que, según afirma la autora, bebe de lecturas fundamentales (Nicolas Bourriaud, Hito Steyerl, Judy Wajcman) pero que también participa de las inquietudes que caracterizaban a los libros anteriores de Zafra, como Ojos y capital, Los que miran, Un cuarto propio conectado, Despacio o (h)adas, que la profesora concibe en conjunto «como una obra integral».

«Ya en Un cuarto propio conectado me interesaba una lectura que funcionara como contrapunto de las que predominan en la red», comenta la profesora. «En este camino de cuantificación del mundo dejamos fuera contradicciones, conflictos, deseos que forman parte del día a día de los trabajadores culturales. La mejor manera de afrontarlo era un ensayo donde convivieran lo literario y lo antropológico, y donde pudiera combinar autoetnografía, observación, experiencias compartidas con compañeros y estudiantes».

A partir de estos presupuestos, Zafra empezó a encontrarse con realidades tan chocantes como habituales: trabajadores culturales a los que se les paga con «visibilidad» y likes, profesores sin tiempo para nada que deben invertir grandes esfuerzos en justificar la mínima cantidad de dinero percibida por dar una conferencia, profesionales acosados por la necesidad de acumular méritos en busca de una mínima estabilidad, becas que acaban costándole el dinero a sus beneficiarios...La propia autora reconoce que logró terminar este libro en un tiempo relativamente corto gracias a un problema de salud que la obligó a posponer otras obligaciones y compromisos. «En El entusiasmo hablo también de la dificultad que tenemos para disponer de concentración frente a los tiempos rápidos que caracterizan nuestro día a día», apunta.

«La velocidad», prosigue, «está perjudicando a varios niveles la práctica creativa, sobre todo quita tiempo para la distancia reflexiva y creativa, y favorece la postverdad, porque facilita la caída en lo emotivo, en lo reafirmado por la masa. Por eso necesitamos tiempos que operen como casillas vacías, que nos permitan trabajar con calma y concentración».

En ese sentido, los likes y los seguidores también «se sostienen en esa lógica de celeridad y propician un predominio del paso epidérmico por las cosas frente a la reflexión. Preferimos el charco donde mojar los dedos frente a la caverna donde dejarnos perturbar por los que nos interpela y nos saca de la inercia», agrega.

Por otro lado, Remedios Zafra es consciente de que la lectura de su libro puede llevar a algún momento de desesperanza ante la realidad actual. «He disfrutado escribiéndolo y he sufrido pensando que no podemos seguir con la rutina de que no pasa nada. En todo caso, creo que el pesimismo siempre nos neutraliza, y es lo opuesto a lo que pretende el libro que es perturbar pero también ver la posibilidad de una alianza reivindicativa», apostilla.