El Betis de Poyet es la impotencia en su máxima expresión (2-0)

LA CRÓNICA. El conjunto verdiblanco, de nuevo con Rubén Castro suplente, llega al parón con otro partido muy decepcionante y otra derrota justa. El Villarreal fue muy superior y no sufrió en defensa ante un rival incapaz para crear algo en ataque. Y para colmo de males, Adán tampoco estuvo bien

06 nov 2016 / 18:17 h - Actualizado: 07 nov 2016 / 08:00 h.
"Fútbol","Primera División","Real Betis"
  • Nahuel, Pezzella, Álex Martínez, Rubén y Petros, tras la derrota. Las caras lo dicen todo. / Domenech Castelló (Efe)
    Nahuel, Pezzella, Álex Martínez, Rubén y Petros, tras la derrota. Las caras lo dicen todo. / Domenech Castelló (Efe)

El Betis de Gustavo Poyet sigue siendo pura impotencia. Igual que lo fue en las humillaciones que le propinaron el Barcelona y el Real Madrid, igual que lo fue ante el colista Granada con uno menos, igual que lo fue en Anoeta, igual que lo fue ante el Espanyol... Esta vez lo ejemplificó en El Madrigal, donde el Villarreal no tuvo la más mínima complicación para quedarse los tres puntos ante un rival sin capacidad ninguna para inquietar del centro del campo hacia delante, como en tantas otras jornadas. Para botón, una muestra: su ocasión más clara fue un desvío de un central amarillo que casi se cuela en su propia meta. Y para colmo de males, uno de los puntales heliopolitanos, Adán, estuvo poco fino como mínimo en uno de los dos goles.

Poyet se plantó en El Madrigal con el mismo once que dibujó en El Sadar. Es decir, con Rubén Castro en el banquillo. La apuesta le salió medianamente bien sólo durante 22 minutos, el tiempo que tardó en marcar el Villarreal. Hasta entonces, el duelo resultó equilibrado, con la posesión muy repartida e incluso algo favorable a los verdiblancos, que trataron de atosigar a su rival en la salida del balón y tocaron con cierto criterio en la medular. En esos minutos de igualdad, Jonas Martin anduvo activo y acertado junto a Petros mientras Joaquín trataba de dar vida a un ataque que, por lo demás, resultó mortecino e insuficiente para ese punto de partida táctico. En otras palabras, el Betis se movió bien en el cara a cara con su oponente pero no pisó el área más que en un centro desde la izquierda que Piccini remató fuera. Era el minuto 10 y el equipo de Poyet no volvió a acercarse a Asenjo en todo el primer tiempo.

El Villarreal, a un ritmo lento pero constante, fue aprisionando al Betis en su mitad de campo a partir del cuarto de hora. La mala suerte para los verdiblancos fue que encajaron el 1-0 en el primer remate peligroso de su rival. Pero como ese remate, con la firma de Trigueros, fue desde 30 metros y estuvo muy bien dirigido, no hay que atribuir nada a la fortuna, sino a la calidad. La calidad del adversario, lógicamente. Adán quizá pudo hacer algo más, pero dio la sensación de que el esférico, con efecto desde dentro a fuera, se le fue alejando hasta resultar casi inalcanzable.

El tanto cambió radicalmente la fisonomía del choque, que de ahí al descanso sólo tuvo el color amarillo del Villarreal. A los dos minutos del 1-0, de hecho, los locales pudieron dejar el encuentro casi sentenciado, pero Mandi se lanzó a la desesperada y evitó que un remate franco de Sansone, más solo que la una en el corazón del área, se convirtiese en el 2-0. Y después apareció el factor suerte: Samu Castillejo mandó una peligrosa falta al punto de penalti y Víctor Ruiz, también sin marca, mandó su derechazo al larguero. Huelga decir que el Betis estaba desaparecido en combate.

Cualquier esperanza del Betis de mudar su piel, ser otro equipo y soñar con puntuar en Villarreal se desvaneció a los ocho minutos, cuando Roberto Soriano empalmó un fuerte pero centrado derechazo desde fuera del área y Adán, lento de reflejos, no se inmiscuyó en el camino del balón hacia la red. El 2-0 hundió a los verdiblancos en la impotencia y dio paso al consiguiente recital del Villarreal, que en un minuto le facilitó un par de buenas ocasiones a Bakambu, aunque Adán, esta vez sí, anduvo más atinado.

Poyet intentó reaccionar con un triple cambio cuando faltaba más de media hora para el final: metió a Rubén, Álex Alegría y Nahuel y quitó a Joaquín, Felipe y Sanabria. El 4-4-2 no resolvió nada. El Betis podía tocar y tocar la pelota, pero siempre a años luz de Asenjo. Cuando superaba la primera línea de presión amarilla, se nublaba hasta límites insospechados. Como es habitual desde que empezó la temporada, por otra parte. Con decir que su mejor ocasión fue un centro de Álex Martínez que Víctor Ruiz casi desvió a su propia meta... Después, Álex Alegría cabeceó un centro de Álex Martínez, sin problemas para Asenjo; Rubén culminó una buena maniobra dentro del área con un mal remate al lateral de la red; y Nahuel hizo lo mismo tras una peligrosa diagonal. Fueron los estertores del Betis y ahora está por ver si también fueron los estertores de Poyet...

VILLARREAL CF: Asenjo; Mario, Musacchio, Víctor Ruiz, Jaume Costa; Samu Castillejo (Rodrigo, m. 79), Trigueros, Bruno, Roberto Soriano (Cheryshev, m. 74); Sansone y Bakambu (Jonathan dos Santos, m. 66).

REAL BETIS: Adán; Piccini, Mandi, Pezzella, Álex Martínez; Cejudo, Jonas Martin, Petros, Felipe Gutiérrez (Rubén Castro, m. 56); Joaquín (Nahuel, m. 56); y Sanabria (Álex Alegría, m. 56).

Goles: 1-0, m. 22: Trigueros. 2-0, m. 53: Roberto Soriano.

Árbitro: Vicandi Garrido (Comité Vasco). Amonestó a Cejudo (72’) y Jonas Martin (79’).

Incidencias: partido de la 11ª jornada de Liga, disputado en El Madrigal ante 18.826 espectadores.