El precio de la ¿paz? en el Betis

Haro y Catalán, con la oposición explícita de BxV y PNB, reconocen a Oliver como máximo accionista a cambio de que no ejerza su 51,34% y se lo venda al club por 10 millones. Lopera se queda aparentemente en fuera de juego. La pregunta, una de tantas, es: ¿gana el Betis?

19 mar 2017 / 16:26 h - Actualizado: 20 mar 2017 / 10:52 h.
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  • José Miguel López Catalán y Ángel Haro, en la sala de prensa del Benito Villamarín / Manuel Gómez
    José Miguel López Catalán y Ángel Haro, en la sala de prensa del Benito Villamarín / Manuel Gómez

El Betis, o mejor dicho, su consejo de administración llegó el viernes a un acuerdo con Bitton Sport SL, es decir, con Luis Oliver, para aceptarlo como accionista mayoritario de la sociedad anónima deportiva. Así lo quiso Manuel Ruiz de Lopera, que firmó el traspaso de su paquete en julio de 2010, y así lo ratificaron el Consejo Superior de Deportes (CSD) y, sobre todo, el Juzgado de Primera Instancia número 10 en junio de 2016. Esa sentencia, clave entre toda la maraña jurídico-legal-económica que ha enfangado el Betis en estos siete años, confirma lo que muchos no querían ver. Que el presente y el futuro del Betis dependían de Oliver. Y Oliver ha pasado de obstáculo a aliado para los actuales dirigentes por lo que todos sabían también: el dinero. Es lo que tiene la mercantilización del fútbol. Los sentimientos y la afinidad a unos colores son como las «buenas sensaciones» a las que se agarró Miguel Torrecilla: no valen para casi nada.

Haro y Catalán, que mandan gracias a la suspensión del 31,38% que el Juzgado de lo Mercantil decretó hace dos años y su posterior éxito en las juntas de 2015 y 2016 (en ambas con el apoyo de Béticos por el Villamarín y Por Nuestro Betis), refuerzan su posición y presumen de conseguir la ansiada (y manida) estabilidad a cambio de no se sabe cuántas prebendas para Oliver, un especulador inhabilitado por el beticismo y la justicia al que Lopera abrió la puerta para hacer negocio a costa del Betis. La opción de compra sobre las acciones de Bitton es de 10 millones y hay previstos otros 15 para Lopera si es menester pagarle. Hace meses, Lopera ya frustró un acuerdo por el que él se embolsaba aproximadamente esa cantidad y Oliver, algo menos. La intención de HyC es gobernar sin el 51% y vender luego las acciones a precios que oscilarán entre 120 y 300 euros, según adelantó Abc. ¿Y quién pondrá el dinero? En octubre de 2016, Haro aseguró que jamás saldría del Betis.

Oliver se sale con la suya, se quita al Betis de encima en casos como el del saqueo (no por eso deja de tenerlo crudo: la Fiscalía pide cinco años de cárcel para él por presuntamente obtener un beneficio ilícito de los traspasos de Mehmet Aurelio y Sergio García) y obtendrá de la entidad de Heliópolis uno o dos representantes en el consejo (puede que en detrimento de los hombres de BxV, que no quisieron participar en esta operación, como PNB), quizá capacidad de decisión en alguna parcela técnica... y dinero. Lo que buscaba desde el principio, vamos. «No se nos devolverá el tiempo, el prestigio y el dinero perdidos, pero ya nadie podrá arrebatarnos el futuro», expuso Bitton tras la noticia. Buen ejercicio de cinismo: tiempo no han perdido más que el que ellos quisieron, prestigio nunca tuvieron y el dinero que conseguirán será más del que invirtieron. La operación se acordó en 16 millones y Farusa no tardó ni cuatro meses en demandarlos por el impago de 1,3 millones correspondientes a dos plazos. Una sociedad muy fiable, sí señor.

Y queda Lopera. Vendió su 51,34% a Oliver y pocos meses después vio cómo Bitton lo denunciaba para resolver el contrato de compraventa y cobrar una indemnización por daños y perjuicios. Ha sido inhabilitado por el Mercantil, está pendiente de que el mismo juzgado sentencie si es el legítimo propietario de 36.000 acciones y en abril se someterá a juicio penal por presunta apropiación indebida. El asunto no pinta bien para el de El Fontanal, que reaccionó a través de sus medios oficiosos (es decir, la cuenta de twitter de loperistas.com) asegurando que Bitton no puede traspasar ni una acción sin el consentimiento de Farusa. Conclusión: la historia no ha acabado y el precio de la ¿paz? en el Betis es tan alto que ni siquiera se puede garantizar que esa ¿paz? no sea en realidad una utopía.