¿Es Víctor o son los jugadores?

El madrileño apenas mejora a Poyet: dos puntos más en once jornadas, las que duró el uruguayo. Los futbolistas son el único denominador común de las dos etapas y el mal momento de muchos de ellos también influye en esta racha de cinco partidos sin ganar

19 feb 2017 / 09:00 h - Actualizado: 19 feb 2017 / 22:28 h.
"Real Betis","Víctor Sánchez del Amo"
  • Víctor se dirige a varios de sus futbolistas delante de los aficionados en la ciudad deportiva / Real Betis
    Víctor se dirige a varios de sus futbolistas delante de los aficionados en la ciudad deportiva / Real Betis

Tres meses después de que Gustavo Poyet acabase con la paciencia de todo el mundo en Heliópolis y el club le diese su puesto a Víctor Sánchez del Amo, el Betis continúa en el mismo sitio. Ni mejor ni peor, sólo el mismo. No ha desaparecido de la mitad baja de la tabla ni han desaparecido las dudas que ya entonces generaba su plantilla, al margen del paupérrimo rendimiento que el uruguayo extrajo de ella. El relevo en el banquillo sentó bien al grupo, es indudable, y la mejoría futbolística también parece innegable, aunque para explicarla bastasen tres factores: Dani Ceballos, el ajuste del sistema defensivo... y que el listón tampoco estaba precisamente alto. Pero ahora, tras cinco jornadas seguidas sin un triunfo que llevarse a la boca, la duda es legítima: ¿el efecto Víctor se ha evaporado?

La etapa del madrileño comenzó con buenos resultados en el Villamarín (victorias ante Las Palmas, Leganés y Athletic). Fuera de casa, en cambio, empezó a perder un encuentro tras otro y aún sigue en esa rutina. La regularidad como local le valió al Betis para alejarse del descenso. Y nada más. Como cedía en sus viajes lo que sumaba en casa, avanzar era imposible. El estancamiento es más patente desde hace un mes y medio, a pesar de esa modélica actuación frente al Barça que generó tanta ilusión. Visto con la perspectiva que da el tiempo, da la impresión de que fue un espejismo.

El efecto Víctor se ha diluido muy mucho con una serie de tres empates (todos consecutivos en Heliópolis ante el Sporting, el Barcelona y el Valencia) y dos derrotas (1-0 contra el Atlético y el 4-1 de Granada). El registro es de 3 puntos de 15 a pesar de que dos de sus rivales eran de descenso (1 de 6 contra Sporting y Granada). La defensa, con la excepción del viernes, mantiene un cierto nivel, pero para ganar hay que marcar y el atasco ofensivo es tan abrumador que puede con todo: dos goles en estas cinco jornadas. El Betis peca de poca puntería y, a veces, de poca fortuna (cuatro palos entre Barça y Valencia).

El caso es que el conjunto verdiblanco era decimocuarto cuando Poyet fue destituido y es decimotercero con Víctor, aunque puede perder un puesto si el Málaga gana mañana a Las Palmas. El primer técnico duró once partidos de Liga y obtuvo 11 puntos, mientras que su sucesor, en el mismo número de jornadas, ha logrado 13. La diferencia apenas es perceptible. Y en ataque es inexistente: 11 goles para ambos. La única gran mejora es en defensa: 9 goles menos para el Betis de Víctor (13/22).

Existe otra posibilidad para explicar esta coyuntura. Quizá el problema no es el entrenador sino los futbolistas. Salvo Rubén Pardo y Tosca, la plantilla es el único denominador común entre Poyet y Víctor y si el Betis ha estado como ha estado en estas últimas jornadas es porque Rubén Castro atraviesa su segunda gran crisis de la campaña (cinco jornadas sin marcar), no hay ningún compañero que compense esa mala racha, Dani Ceballos apenas encuentra con quien compartir el peso de la creación de fútbol y los recambios que el míster emplea sobre la marcha restan más que suman. Al final, como en casi todo en la vida, la verdad estará en el punto intermedio. Es decir, que todos son responsables.