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Petros evita con un salto la entrada de un jugador celtiña durante el partido del sábado. / Manuel Gómez
Parece que no hace nada, pero hace casi de todo. Sube, baja, presiona, roba, asiste, despeja, de vez en cuando marca y provoca cantidad de faltas por su gran sentido de la anticipación. No es un futbolista superdotado técnicamente, pero conoce sus limitaciones y arriesga lo justo porque tácticamente es de los más listos del plantel. El sábado ante el Celta jugó de inicio en el doble pivote junto a N’Diaye, luego pasó a hacerlo de pivote único cuando salió el senegalés y acabó actuando casi de central junto a Bruno. El brasileño completó su mejor partido desde que llegara al Betis y firmó unos números impecables: nueve robos de balón, una pérdida, diez despejes, una asistencia de gol, una expulsión provocada, cuatro faltas recibidas, una cometida (una amarilla) y un 92% de acierto en el pase.
Eduardo Maciá lo definió a su llegada como un futbolista «polivalente, con carácter, personalidad y llegada». Y no engañó a nadie. Al brasileño le costó entrar en el equipo titular pese a ser el segundo fichaje más caro del verano: se quedó en el banquillo en el debut liguero ante el Villarreal, disputó sus primeros minutos con el Betis en el Bernabéu –entró en el 80’, ya con el partido 4-0– y debutó como titular ante la Real Sociedad, aunque fue expulsado antes del descanso al ver dos tarjetas casi consecutivas. El Betis ya iba ganando y acabó haciéndolo pese a su baja. En las seis primeras jornadas de Liga solo fue titular en dos partidos –repitió ante el Dépor– y en las ocho últimas lo fue en seis, jugando los 90’ siempre salvo ante el Espanyol: tres victorias (Levante, Málaga y Rayo), dos empates (Celta y Granada) y una derrota (Espanyol) en estos dos últimos meses en que ha pasado a ser titular habitual –fue el único que repitió en la Copa– y solo se perdió las citas caseras ante Athletic y Atlético, ambas con derrota.
El fichaje de Petros fue recibido con recelo y provocó algunas críticas muy ácidas a su llegada, pues es un futbolista que cuesta que entre por los ojos, ya que suele realizar un trabajo invisible que aprecian, sobre todo, los entrenadores. «Petros parece que no está, pero roba mil balones y da muchas soluciones a los compañeros», dijo Mel el sábado del brasileño, el líder silencioso de este Betis que ha sido capaz de mutar las críticas por elogios, casi unánimes.