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Cristóforo y Rami, junto al valencianista Santi Mina. / EFE
No pasará esta por ser la mejor Liga del Sevilla de Unai Emery ni tampoco la mejor del entrenador vasco en su carrera en la Primera División. El conjunto nervionense, con 32 partidos ya jugados es 7º con 48 puntos, a tres el objetivo mínimo que es entrar entre los seis primeros clasificados y nada menos que a 12 del cuarto clasificado, meta real del club sevillista por presupuesto y plantilla. Un dato valga como fiel reflejo del pobre rendimiento del Sevilla en la Liga: a estas alturas el curso pasado tenía 63 puntos y era quinto a dos del cuarto y a seis del tercero. Es el segundo peor dato de Unai en un banquillo de la Primera, sólo empeorado por el Almería en la campaña 2007/08: 45 puntos.
Quince puntos menos que evidencian que ha tardado demasiado en corregir los errores iniciales que le llevaron a ser colista durante dos jornadas y que ha sido incapaz de solucionar otros tantos que le impiden estar donde pensaba. El principal hándicap es el sonrojante rendimiento fuera de casa, donde ha sido incapaz de ganar una sola vez y donde ha caído derrotado ante rivales muy inferiores o en un momento penoso de forma. Otro problema de consideración es la falta de recambio de nivel para Gameiro: cedido Immobile, ni Llorente, por diferentes razones, ni Juan Muñoz se acercan siquiera al rendimiento del francés.
Se da la circunstancia de que el Sevilla ha enlazado tres derrotas consecutivas en la Liga, cosa que no ocurría desde hace poco más de dos años. La temporada aún puede ser maravillosa para el equipo hispalense, pues jugará la final de la Copa del Rey y tiene opciones de colarse en las semifinales de la Europa League este jueves ante el Athletic. Pero seguro es que la gloria no pasa este año por la Liga, la competición que en el Sevilla insisten en que es la que da de comer.