El Sevilla dio un paso de gigante hacia los cuartos de final de la Copa del Rey tras ganar 0-2 en el Benito Villamarín. El equipo de Unai Emery fue muy superior al de Pepe Mel y llegará al Sánchez-Pizjuán con todo a favor para dejar al Betis en la cuneta. Es la segunda vez que este Sevilla 2015/16 gana lejos de casa tras su triunfo en el campo del Logroñés. El resto de encuentros a domicilio le deparó, como mucho, empates pero, sobre todo, disgustos a una afición que todavía no sabe muy bien a qué atenerse.

El sevillismo sabe perfectamente que su equipo puede dar mucho más de sí. No es una cuestión de exceso de exigencia; es, simplemente, cuestión de tener razón. Este Sevilla, diseñado para competir en la Champions, sigue dejando la sensación de que el tiempo pasa y no logra desbocarse como su seguidores desearían.

Ganar al Betis 0-2 en Heliópolis siempre será motivo de alegría para el sevillismo. No hace falta decirlo. Sin embargo, lo de este miércoles recordó pasajes no tan lejanos en el tiempo, como aquel el 3-4 al Real Madrid en el Santiago Bernabéu (2008).

Ese día, el Sevilla, dirigido por Manolo Jiménez, no sólo ganó sino que incluso desbancó de los puestos de Liga de Campeones al conjunto merengue. Una alegría, sin duda, para la afición sevillista, aunque en el ambiente se palpó lo mismo que ahora: la sensación de que el Sevilla podía dar más de sí...

Son, en cualquier caso, épocas diferentes, equipos distintos y no se trata de comparar si ahora hay más o menos razón que entonces. La cuestión es que este miércoles el Sevilla dejó escapar una gran ocasión para conseguir un resultado histórico en el Benito Villamarín.

Una exigencia, en definitiva, que debe hacer suya el equipo sobre el césped, sea cual sea su rival. Sólo así, demostrando que ni siquiera un 0-2 le es suficiente, podrá alcanzar ese nivel que su afición espera y desea, el nivel que a buen seguro le hubiera permitido, entre otras cosas, conseguir más de una victoria lejos de casa esta temporada y no estar tan lejos de los puestos de Champions a estas alturas. Ese hambre, esa mentalidad de ver cada balón como si se tratase del último que tiene uno en su vida, es la que debe calar día sí y día también a este Sevilla, no sólo cuando juegue en casa. Es el momento de dar ese paso.