¿De verdad es el momento de escindirse?

Con la Champions a la vuelta de la esquina y el Sevilla luchando contra viento y marea por llegar lejos en la Liga, el Sánchez-Pizjuán echa de menos una unión que se hace más necesaria que nunca

18 feb 2017 / 23:28 h - Actualizado: 20 feb 2017 / 13:33 h.
"Sevilla FC"
  • Los jugadores, haciendo piña sobre el césped. / Manuel Gómez
    Los jugadores, haciendo piña sobre el césped. / Manuel Gómez

El 22 de febrero está subrayado en rojo en el calendario del Sevilla. El pasado mes de diciembre, el equipo de Jorge Sampaoli logró su clasificación, siete temporadas después y por cuarta vez en su historia, para los octavos de final de la Liga de Campeones. Alcanzar esta ronda era uno de los grandes retos de la temporada. La decepción vivida el pasado curso por la eliminación en la fase de grupos dejó una espina que en la actual no sólo se ha quitado sino que, además, ha dado paso a la ilusión de clasificarse para los cuartos de final, ronda que el Sevilla sólo ha superado una vez (temporada 1957/58, bajo su anterior denominación, Copa de Europa). Estamos, por tanto, ante una semana, sencillamente, histórica.

El calendario ha querido que el doble duelo contra el Leicester comience tres días antes del segundo derbi de la temporada. Dos partidos que llegan justo con un invitado inesperado y no bienvenido: la falta de unión en las gradas a la hora de arropar al equipo. La decisión de los biris de cesar su animación de forma indefinida y ver el fútbol sentados se nota. Cada uno es libre de animar como y cuando quiera, pero hay que volver a preguntarse: ¿de verdad es el momento de asistir a una escisión en las gradas? Porque escisión es lo que se vio este sábado ante el Eibar. Calificarlo de otra forma sería no llamar a las cosas por su nombre.

Este asunto debe llegar a su fin cuanto antes. El sevillismo, como cualquier colectivo, debe acoger el debate, la libre opinión, pero también debe ser una piña cuando el equipo más lo necesita. Porque ahora el equipo necesita como nunca ese respaldo unánime, sin resquicios; ese todos a una. Tiempo habrá, fuera del campo, para expresarse, debatir, protestar y decir lo que haya que decir, pero es innegable que la situación actual que se observa en las gradas no conduce a buen puerto. A juicio de quien escribe estas líneas, el Sánchez-Pizjuán no debe ser el lugar donde debatir justo cuando el equipo lucha contra viento y marea por ser protagonista en la zona alta de la tabla y se dispone a vivir un momento histórico en la Champions.

No estuvo fino el Sevilla este sábado y seguro que el Leicester tampoco se lo pondrá fácil el miércoles. La presión alta del Eibar hizo que las imprecisiones fuesen numerosas, pero la persistencia y la calidad de jugadores como Sarabia, Jovetic, Vitolo, N’Zonzi o Ben Yedder salió a relucir una vez más. A falta de Nasri, difuminado esta vez y sin ejercer ese liderazgo que le ha caracterizado siempre, tocó arrimar el hombro entre todos, incluido el banquillo. Desde él, Sampaoli modificó su dibujo con el partido en marcha en la primera parte. Soluciones encaminadas a cimentar una victoria para seguir arriba en la Liga y para llegar a la cita del miércoles con la mejor cara posible.

El equipo está donde todo sus aficionados querían verle: con los mejores. Por eso, se ha ganado que el sevillismo sea esa piña que fue siempre y no haya la menor fisura. Debate, siempre, pero en el foro y en el momento adecuados.