- Los jugadores del Sevilla, en la pista del aeropuerto de Basilea. Vídeo: Javier Santos
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Unai Emery, tras bajar del avión en el aeropuerto de Basilea. Foto: Javier Santos
Ni la sobredosis de finales (y títulos conseguidos), ni el hecho de que el Sevilla haya ganado ya cuatro veces la Europa League, ni siquiera la otra final que espera al Sevilla esta semana en Madrid. Nada aplaca la ilusión y la alegría en el seno de la expedición sevillista, que ya ha aterrizado en Basilea (Suiza), donde este miércoles debe jugar ante el Liverpool por el trofeo.
La tranquilidad de los jugadores y del cuerpo técnico contrastaba con el nerviosismo alegre de los aficionados que han viajado en el avión del club e incluso con algún que otro responsable de la entidad nervionense. Mientras un hincha recordaba que él fue a Eindhoven y hasta ahora, con otro equipo inglés, no había vuelto a una final de la Europa League, Monchi lucía una barba limpia de pelo, al raso, todo lo contrario que estos días atrás. En ninguna final se dejó crecer los pelos de la barba: no era casual.
La final se empieza a jugar desde días antes: camisetas a modo de talismán en la maleta, posiciones en los asientos del avión, la bufanda conmemorativa de la cita ante el Liverpool y el mensaje del capitán del vuelo. Una serie de rituales que derivó incluso en una rueda de prensa improvisada del presidente José Castro antes de subirse al avión. Había hablado el lunes y no estaba programada una nueva declaración. «¡¿Cómo que el presidente no va a hablar como ha hecho siempre?!», exclamó una voz supersticiosa. Y el presidente que accedió gustoso, convencido. Tal y como ha llegado el Sevilla a Basilea.