Sandro, Roque Mesa y la evidencia

Un solo partido ha bastado para confirmar la irresponsabilidad de no haber situado al primero en su puesto de delantero y de no haber dado el menor protagonismo al centrocampista.

05 may 2018 / 00:24 h - Actualizado: 05 may 2018 / 00:30 h.
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  • Sandro, titular en un encuentro en el que, al fin, jugó en su puesto. / Manuel Gómez
    Sandro, titular en un encuentro en el que, al fin, jugó en su puesto. / Manuel Gómez

Hay decisiones y decisiones pero la que tomó Vincenzo Montella sobre el papel de dos anhelados refuerzos como Sandro y Roque Mesa clamaba al cielo. En los tiempos que corren, los medios de comunicación sólo tienen acceso a los quince primeros minutos de los entrenamientos para tomar imágenes. Ya no hay posibilidad de ver trabajar a los equipos si no es compitiendo. Por ello, saber el nivel al que estaban era imposible. En cambio, lo que sí era indudable es que ninguno de los dos podía ayudar al equipo sin tener nunca la oportunidad de desenvolverse en su demarcación de delantero, en el caso de Sandro, y sin tener minutos, en el de Roque Mesa (72 en toda la era Montella, por los 79 de este viernes con Joaquín Caparrós).

El técnico utrerano ha rescatado para la causa a estos dos refuerzos invernales no sería mala idea ir fichándoles, por cierto y, por encima de todo, logró su objetivo: ganar. La ansiedad con que juega este Sevilla es manifiesta. El deseo por marcar goles y quitarse peso de encima es enorme, pero hay que encontrar el camino adecuado. Por ganas no quedó y el Sevilla venció con merecimiento. Sufrió y mucho, cierto es, pero también tuvo ocasiones para ampliar su renta.

Y clave en este triunfo, imprescindible para reforzar las aspiraciones de lograr una plaza en la Europa League, fue el apoyo de la afición. La derrota en la Copa del Rey dolió mucho al sevillismo por la forma en que se produjo. A ello se unieron la salida de tiesto de Nzonzi y más cosas, enturbiando una recta final de temporada preocupante para los intereses nervionenses. Y el sevillismo, que no olvida así como así pero sabe leer la situación, arropó a su equipo con toda su pasión.

El Sánchez-Pizjuán será el escenario de dos de los tres encuentros que restan por disputar y este viernes quedó demostrado que, a falta de derroche de virtudes y de fuelle físico, la afición vuelve a desempeñar su papel determinante. El efecto Caparrós ha sido exitoso en su puesta en escena. Ahora toca afrontar dos partidos muy complicados, pero el peso en la espalda ya es otro.