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Sergio Rico, en una de sus intervenciones. / LFP
Este final de agosto no ha dejado precisamente buenas noticias para Sergio Rico. El canterano ha visto cómo Julen Lopetegui, nuevo seleccionador, le dejaba fuera de la primera lista que ofrece desde su llegada al cargo en sustitución de Vicente del Bosque. No es, obviamente, algo definitivo, por lo que hay camino por delante para hacerle cambiar de opinión. Al mismo tiempo, Sergio Rico escuchaba al club anunciar la llegada de un nuevo portero: Salvatore Sirigu. No hace falta decir que la lesión de David Soria –otro futbolista para el que la semana ha sido difícil– no es el motivo del fichaje del italiano. Por ello, la titularidad en El Madrigal se convirtió en una oportunidad para que Sergio Rico demostrase que los dos jóvenes guardametas que la pasada campaña defendieron los tres palos no piensan tirar la toalla.
Sergio Rico reivindicó las condiciones que le llevaron a la titularidad en el Sevilla y a la Selección con un partidazo frente al Villarreal. Suyas fueron las mejores intervenciones de la noche en un Sevilla que emergió y se sumergió por momentos, que quiso y lo intentó pero que, al mismo tiempo, sufrió lo suyo ante un rival directo.
Pero allí estaba el de Montequinto para salvar los muebles. Intervenciones providenciales cuando el gol se cantaba permitieron al Sevilla mantener el pulso a un Villarreal que también pudo encajar algún tanto, aunque en ataque el equipo no fue, ni de lejos, el del otro día.
El partidazo de Rico viene a ser algo así como la contrarrevolución a lo que supone el efecto Sampaoli: cambio de estilo de juego; cambio de piezas (hasta diez refuerzos ya y falta alguna que otra...); cambio en las preferencias del entrenador, que ha pedido a un portero experimentado como Sirigu... Pero Rico sigue a lo suyo: trabajo y silencio. Y se gana el puesto con actuaciones como ésta.
«Ojalá pueda llegar algún jugador que pueda reforzar a este equipo y nos permita afrontar bien la Champions y la Liga», dijo Sampaoli hace unos días. Y la respuesta, la mejor que se ha visto, es la de un canterano que se niega a tirar la toalla ahora que las cosas no le sonríen.