¡Vaya Mon-tella marinera!

La decisión del técnico italiano de mantener el once que se dejó el alma contra el United condicionó el partido ante el Atlético. La derrota deja claro el orden de prioridades del club de aquí a final de curso. Ahora toca mimar a su alineación tipo para Old Trafford y la Copa

25 feb 2018 / 23:31 h - Actualizado: 25 feb 2018 / 23:33 h.
"Sevilla FC","Vincenzo Montella"
  • Montella dando órdenes a su jugadores. / Manuel Gómez
    Montella dando órdenes a su jugadores. / Manuel Gómez

Vincenzo Montella es un tipo inteligente. Ha llegado al Sevilla, un equipo top, sin demasiado currículum así que tiene la intención de que su etapa en el Pizjuán le alimente su carrera como entrenador de aquí a unos cuantos años. Nadie se acordará de la goleada de ayer ante el Atlético de Madrid y puede que tampoco de la que recibió del Betis, si consigue levantar la Copa del Rey en el Wanda Metropolitano y clasificar al equipo para los cuartos final de la Champions.

El condotiero napolitano se jugó ayer la última opción de meterle mano a la cuarta posición de la Liga con los mismos once jugadores que se dejaron el alma contra el Manchester hace unos días no fuera a ser que alguien pudiera reprocharle que tira una competición.

El equipo hizo lo que pudo. El partido pudo haber cambiado con la clarísima ocasión de Muriel (otra) y empezó a torcerse con la inoportuna lesión de Jesús Navas. A partir de ahí, bajada de brazos y errores de concentración cocinaron la bacanal rojiblanca. El orgullo del equipo en el último tramo del encuentro rebajó el disgusto de una parroquia que ha visto a su equipo recibir cinco goles tres veces en apenas 60 días. Pero todo eso quedará en un sarpullido de nada si se conquista la Copa y se elimina al United, y Montella lo sabe.

El italiano es la antítesis de Berizzo. El argentino era de los que metía a la plantilla en la termomix para confeccionar las alineaciones y las convocatorias. Todo a la olla. El condotiero no. Lo dijo Maresca hace unos días, “jugadores de garantías” y nada de milongas de rotaciones y cansancio.

Así pues, de aquí al final de temporada, el Sevilla tratará de no perderle la cara a la competición liguera y guardar en la parte de la nevera que más enfría a la gente con la que cree que puede hacer historia. Será un Sevilla en monodosis, en gotitas, pero que aspira a oler como el perfume más caro del mundo si logra superar sus grandes objetivos. Si lo consigue, nadie se acordará que hubo algún que otro partido en el equipo desprendía cierta peste.