La torre Pelli quedará bautizada como Torre Sevilla. Con ese nombre, ya definitivo, su propietario, Caixabank, pretende identificar «plenamente» el rascacielos con una ciudad que, en sus inicios, lo rechazara, y que ahora puede convertirse en un emblema de «su modernidad y dinamismo» económico. El apellido del padre de la criatura, el arquitecto argentino César Pelli, queda así eliminado como en su día lo fuera Cajasol, la antigua caja de ahorros que comenzó el complejo. Torre Sevilla se impone a otras alternativas y es el título que más ha gustado tanto al presidente del banco catalán, Isidro Fainé, como a los miembros de la sociedad Puerto Triana, la filial promotora del magno edificio.
Fuentes del proyecto, cuyas obras en el tronco principal, el propio rascacielos, han terminado y están ya pendientes de la licencia de ocupación, confirmaron a este diario el nombre elegido, y que habrá inauguración oficial aunque, eso sí, una vez que, tras las elecciones municipales, se conforme el gobierno del Ayuntamiento de Sevilla y, además, se despeje el panorama político en la Junta de Andalucía.
Se cursará invitación a la Casa Real para tratar de que los actuales monarcas acudan al evento: en el recuerdo están Don Juan Carlos y Doña Sofía descorriendo la cortinilla en la considerada como hermana gemela de Torre Sevilla: la Torre Iberdrola, radicada en Bilbao y diseñada por el mismo arquitecto.
En la elección del nombre ha pesado mucho la polémica desatada años atrás por la posibilidad de que Sevilla perdiera la categoría de Patrimonio de la Humanidad para sus tres monumentos catalogados como tal por la Unesco (la Catedral, los Reales Alcázares y el Archivo de Indias), por el impacto visual del rascacielos.
«Creemos que Torre Sevilla refuerza y pone en valor a la ciudad donde se ubica y puede contribuir a la reactivación económica de la capital andaluza. El proyecto aspira a convertirse en un centro neurálgico empresarial que, por sí mismo, suponga un atractivo para que tanto pymes como grandes empresas decidan instalar sus sedes en Sevilla», resaltan las fuentes consultadas.
El nombre de este complejo que aunará oficinas, hotel, comercios y espacio cultural (el Caixafórum) se desvincula de César Pelli, quien ya tiene muchas torres por todo el mundo. De hecho, el arquitecto es autor de construcciones tan reconocidas internacionalmente como las Torres Petronas de Kuala Lumpur o el World Financial Center de Nueva York. El objetivo es conectar al máximo el edificio con la ciudad que, por otro lado, ha estado durante su construcción dividida entre los detractores y los defensores de este proyecto.
Y está por ver si el nombre Torre Sevilla cuajará entre los ciudadanos o si el rascacielos seguirá llevando el apellido de su creador. Cambiar de nombre no es algo fácil. Un ejemplo: el título de Setas de la Encarnación, bautizadas así por el gobierno de Sánchez Monteseirín, está tan asimilado ya por la ciudadanía que su nombre oficial, Metropol Parasol, sólo es eso, oficial.
La entidad catalana descarta otras denominaciones como torre Caixabank, que no estaba entre sus opciones desde un principio –quien viaja a Barcelona sí puede divisar cómo gira el anagrama de La Caixa en lo alto de la torre que configura la sede social del banco en la avenida Diagonal–, o las muchas alternativas lanzadas en las redes sociales: Torre Chapina, Torre Guadalquivir, Torre Cachorro o Torre Híspalis,...
Las obras del rascacielos de 178 metros de altura ya han terminado. Este edificio, ubicado en la Isla de la Cartuja ha acabado con el reinado de las Torres de Hércules de Los Barrios (Cádiz), que con sus 126 metros, convirtiéndose además en la séptima torre más esbelta de España –la Torre Cepsa de Madrid, con 250 metros, ocupa el primer lugar–.
Eso sí, aunque la Torre Pelli ha roto el skyline de la ciudad, no tiene comparación con los grandes rascacielos que hay por todo el mundo. El más alto es el Burj Khalifa, de Dubái (en Emiratos Árabes Unidos), con 828 metros de altura. Es cuatro veces y media más alto que el edificio sevillano.
Su promotora, Puerto Triana, participada íntegramente por Caixabank, ejecutó a finales de 2014 una ampliación de capital dineraria por 220 millones de euros, suscrita en exclusiva por el banco. La valoración contable de la torre a 31 de diciembre pasado ascendía a 160 millones de euros.
Servihabitat, filial inmobiliaria del grupo Caixabank, ya está inmersa en la comercialización de la torre, cuyo metro cuadrado se alquila a 15 euros el mes, de media, más gastos comunitarios. «Se ha constatado el gran interés que genera dentro del tejido empresarial y se están ultimando contratos», dicen las fuentes.