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La anormal normalidad camino del descenso

Ni nervios, ni tensión, ni arenga apasionada para preparar el partido más importante de su historia: el Betis E. Plus, a un paso de la LEB como si nada.

30 abr 2017 / 23:44 h - Actualizado: 30 abr 2017 / 23:49 h.
"Baloncesto","Liga ACB"
  • Alejandro Martínez, durante el partido del domingo ante el Barcelona. / ACB Photo
    Alejandro Martínez, durante el partido del domingo ante el Barcelona. / ACB Photo

Casi lleno en San Pablo. Un partido trascendental, la penúltima oportunidad para evitar el descenso. Pero no lo parecía. No se respiraba ese ambiente de tensión, de nervios, de miedo. Ni en la grada ni en el parquet. Extraño. El Betis ha pasado, desafortunadamente, por situaciones similares en los últimos años. Sabe o debía saber cómo manejarse en circunstancias tan especiales, que requieren de inyectar electricidad para buscar la mejor versión del equipo. Pero la escenografía fue la de un partido de media temporada, uno más, de resignación en vez de sublevación. Con la bocina final, más de lo mismo, ni pitos ni aliento de cara al camino de Santiago, la última oportunidad para seguir en la Liga Endesa, el partido más importante de la historia del club, al mismo nivel de las finales de Liga, Copa y Eurocup. Tal vez más por lo que puede suponer.

Y en la pista no fue diferente, como era de esperar. El Betis no jugó su defensa con el cuchillo entre los dientes, como exige su situación, más ante un rival como el Barcelona. Faltó ese punto de locura, de agresividad, de intensidad desde el primer contacto, desde la primera falta personal con la que marcar el territorio. Nada de eso hubo.

Cuentan que en el vestuario del Betis faltan liderazgos para una circunstancia tan especial. Lo vienen echando de menos durante toda la temporada. El mensaje de su nuevo entrenador, Alejandro Martínez, tampoco sirve para prender la mecha. No es su estilo. El catalán con alma canaria no es un agitador, es un buen entrenador, sobre todo para asentar proyectos, pero el del Betis pende de un hilo. Habló en la rueda de prensa de estar construyendo y de derrotas dignas. No pegaba. Es el último culpable, obviamente, de la situación del Betis, pero llamó poderosamente la atención. Cuestionado por la final del Tenerife en la Champions, dijo que la iba a vivir intensamente. Entendible, sí. Pero esta semana su equipo, el Betis, se juega la vida. Y no lo parece.