«Mi deseo es que la figura del defensor del menor desaparezca»

José María Manzano es el Defensor del Menor del Fútbol Andaluz. Notario de profesión y exconsejero del Sevilla, ostenta un cargo pionero en el mundo del fútbol que poco a poco pretende ir recolectando resultados a base de esfuerzo y tesón

10 oct 2017 / 08:00 h - Actualizado: 10 oct 2017 / 14:48 h.
"El Otro Fútbol"
  • José María Manzano, durante la entrevista concedida a El Correo de Andalucía. / Manuel Gómez
    José María Manzano, durante la entrevista concedida a El Correo de Andalucía. / Manuel Gómez

El Defensor del Menor del Fútbol Andaluz presenta informes trimestrales a la junta directiva de la RFAF a título consultivo, si bien puede elevar propuestas preventivas, sancionadoras o divulgativas. Los informes y las medidas aprobadas son remitidos a los órganos competentes: Defensor del Menor de la Junta de Andalucía, Delegación del Gobierno, Fiscalía de Menores... José María Manzano es la persona que desempeña esta labor tan silenciosa como necesaria e importante.

—¿Cómo nace esta iniciativa?

—Surge, con la idea de Eduardo Herrera, por la necesidad de que el fútbol aporte algo más a la sociedad, de aprovechar lo que mueve teniendo en cuenta que la educación es esencial, pero con una idea clara: esa formación es complementaria a la labor que deben realizar los padres fundamentalmente y los centros educativos. Existe esa necesidad de formación pero también un hecho: el menor está totalmente desprotegido. En muchos casos, se ha convertido en una mercancía, prima un aspecto materialista.

—¿De qué forma se desarrolla esa idea?

—Planteamos tres aspectos: la protección del menor, la formación y el estímulo. Respecto a la protección, podemos realizarla, en primer lugar, poniendo a disposición de su entorno o del propio menor un cauce de comunicación a través del cual se tenga conocimiento de hechos denigratorios, de abuso, de acoso, de presión para que juegue o no... Hay una secretaría en la que se recogen todas las incidencias por email, por teléfono... Normalmente es por conversación directa. Hay un canal, un email (defensordelmenor@rfaf.es) y se garantiza la privacidad. Por otra parte, esa protección queremos llevarla a cabo también mediante la legislación. La Federación no tiene capacidad normativa, pero sí queremos colaborar con las autoridades. Por ejemplo, estableciendo que una agresión a un menor sea un agravante; estar en permanente comunicación con las autoridades locales, autonómicas, estatales y con el Defensor del Menor para ir planteando la problemática con el fin de que desde las propias autoridades administrativas se puedan tomar medidas.

—El entorno tiene una importancia enorme...

—Las medidas de formación dirigidas al menor directamente y a su entorno son absolutamente esenciales. Hay veces en que los propios padres se convierten en el elemento distorsionador. El mensaje al padre de que lo importante es la formación de los niños es clave. Pongo un ejemplo: ¿cuántos equipos hay en Primera? Veinte. ¿cuántos jugadores tiene cada uno? 25. En total, 500 jugadores en Primera. Pero esos 500 no se renuevan todos los años. Suben tres equipos, quitas a los extranjeros, hay quien puede llegar de otro equipo... ¿Cuántos españoles llegan cada año a Primera? ¿Cincuenta? ¿Y cuántas fichas hay de alevines, benjamines, cadetes, infantiles...? Podemos estar hablando de 1.100.000 ó 1.200.000. Imagine una oposición con 50 plazas y 1.200.000 opositores. Ahí se ve la dificultad. Lo normal es que el niño no llegue a vivir del fútbol, que es lo que los padres quieren, y llegará a los 18 o los 20 años sin saber hacer nada en esta vida porque no le han dejado hacer otra cosa. Quien se está cargando su futuro son sus propios padres. ¿Y cómo vamos a influir? La forma más directa es con ejemplos como éste. Todos los padres pensamos que nuestro hijo es el mejor del mundo, pero hay que ser más objetivo y, sobre todo, saber qué es lo primordial. Y lo primordial es que el niño tenga una serie de valores y una formación que le permita defenderse por sí mismo cuando sea adulto. En el entorno del menor están también los clubes, los agentes... Hay chavales con doce años que tienen agente. Al niño no se le puede desarraigar de su entorno, de su barrio... El niño necesita referencias familiares, amigos...

—¿Y cómo se lleva a cabo esa labor de formación?

—La del niño queremos llevarla de una forma mixta, con la transmisión de valores (conceptos como el del colectivo, el esfuerzo común, el respeto, la competencia sana como afán de superación...) y complementarla, aprovechando por ejemplo que en la Federación tenemos a Antonio Escribano, con charlas sobre alimentación, higiene... La idea es que los menores no se limiten a imitar comportamientos, sino que empiecen a decidir por sí mismos. En cuanto a los clubes, ven también la posibilidad de obtener un rendimiento económico. Hay que concienciarles de que existen valores y lo hacemos con iniciativas que incluso fueron adoptadas por la FIFA [ésta modificó la normativa de las trasferencias internacionales de menores ante los casos de perjuicios e indefensión que se daban cuando cambiaban de país y no podían practicar este deporte en un equipo federado]. Son valores de integración: no al racismo, a la xenofobia, a la discriminación sexual...

—Y hay muchas iniciativas...

—También está el estímulo. La famosa tarjeta verde que los árbitros muestran cuando hay una acción especialmente deportiva... Se premia llevando un brazalete verde en el siguiente partido. También se premia al club que sume cinco, así como a aquellos que se destaquen por su ejemplo. Además, en las instalaciones se colocará el cartel de Instalación protegida a los menores. La idea es que todas las personas que accedan estén avisadas de que cualquier abuso o agresión tendrá consecuencias graves, previa denuncia en los juzgados. En cualquier caso, esto no puede quedar como algo bonito. Mi deseo es que la figura del defensor desaparezca. Sería lo ideal. ¿Qué hay que hacer? Difundir esta labor, atender a quienes lo necesiten...

—¿Qué conclusión saca de su informe?

—El entorno del menor necesita un cambio de mentalidad, empezando por los padres. Luego, la problemática es la del fútbol en general: xenofobia, racismo... Cosas que en el caso de un menor pueden causar más daño. Es un tema educacional. El mundo del fútbol sólo es la concreción en algo puntual. El niño vive con sus padres, que son quienes deben transmitirle los valores. Si esos valores están distorsionados...

—Para finalizar: ¿qué tipo de casos predomina?

—La mayoría son por insultos. El insulto es algo que se ve inmediatamente. El acoso se produce con el tiempo y suele haber miedo a denunciar. Tenemos que activar la sensibilidad de la gente, del club, para que salgan a la luz. En el tema de las agresiones, el ámbito de la Federación Andaluza es uno de los más tranquilos, pese a que ha habido algún caso sonado.