En el mundo rural todavía hay mucha reticencia a responder por teléfono a una encuesta de intención de voto
Qué ha pasado con los sondeos? Una vez terminado el recuento de las elecciones del pasado domingo, finalmente no hubo adelantamiento de Unidos Podemos al PSOE, que según todos los sondeos y encuestas de intención de voto ocurriría y la alianza de Pablo Iglesias y Alberto Garzón los auparía a ser la segunda fuerza política y colocaba a Iglesias bastante cerca de la Moncloa si llegaba a entenderse con Pedro Sánchez.
Finalmente, ocurrió todo lo contrario. El PP de Mariano Rajoy logró más votos que en diciembre y pasó de 123 a 137 diputados. El PSOE volvió a caer y sus 90 escaños de 2015 se redujeron hasta los 85 mientras que Podemos y su alianza con IU se dejó un millón de votos respecto a diciembre y se queda con 45 escaños. También se mantuvo como cuarta fuerza Ciudadanos, que también cayó y sus 40 escaños han pasado a ser 32. Por lo tanto, además del fracaso de algunos partidos –o de todos, según se mire– las empresas encuestadoras tampoco estuvieron afortunadas en sus estimaciones. ¿Por qué?
Según explica Ramón Alberca, director ejecutivo de Deimos Estadística, quien diga que tiene la respuesta este fracaso en las encuestas «no está diciendo la verdad» porque realmente «no hay respuesta». Unos días después y analizando sondeos, encuestas y resultados, sí ha analizado con profundidad y se atreve a argumentar que el problema de las encuestadoras siempre estriba en aquellos que no quieren responder, por la razón que sea. «El engaño prácticamente no existe, pero sí es cierto que muchas personas prefieren no contestar por miedo o por no saber realmente quién está al otro lado del teléfono. En el mundo rural ocurre mucho», matiza el experto.
Las teorías son múltiples, incluso en algunos foros se ha dejado caer que el recuento no ha sido limpio, pero Alberca se decanta por la teoría de la «calibración». ¿Y qué es esto exactamente? Alberca argumenta que como todas las empresas encuestadoras asumieron que todos los votantes de Podemos acudirían a las urnas pero sus encuestas les daban menos escaños que en diciembre, esos datos se suelen «calibrar» y se les da algo de más valor que a otras encuestas, y por lo tanto salían esos resultados que ponían a Unidos Podemos como segunda fuerza política. «El error estuvo ahí, en asumir que todos los votantes de Podemos e IU les votarían otra vez». Para él, este resultado era «imprevisible» y si los sondeos fallan y dan un escaño de más en cada circunscripción, o en la mitad de ellas, pues ya estás concediendo a un partido «varias decenas de diputados» que luego no obtienen en las urnas.
Aún así, Alberca considera que las encuestadoras no han perdido credibilidad porque estos errores «ocurren muy de vez en cuando y habitualmente aciertan cada vez que hay elecciones», finalizó.