El exalcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido (Montellano, 1957) –juez en excedencia y actual líder de la oposición municipal en el Ayuntamiento capitalino– abandonará esa Sevilla en la que aseguró que seguiría tras la amarga victoria insuficiente que le dejó sin la Alcaldía en 2015, para encargarse de la cartera de Interior. Un premio para quien fuera el alcalde más votado de la historia de la ciudad en 2011, al lograr gobernar con una aplastante mayoría absoluta de 20 concejales tras doce años de Gobierno socialista. Y un agradecimiento también a los servicios prestados al partido cuando la marcha de un tocado Javier Arenas, tras no lograr la esperada mayoría suficiente para lograr despojar por primera vez al PSOE de la Junta de Andalucía, dejó huérfano al PP andaluz. Zoido asumió entonces de manera interina la dirección regional del partido hasta el desembarco del actual líder Juan Manuel Moreno Bonillla, enviado de María Dolores de Cospedal y malagueño con carrera política en Madrid al que el PP sevillano no acogió precisamente con los brazos abiertos.

Con el nombramiento de Zoido como ministro de Interior, el PP mata dos pájaros de un tiro. Contenta a un Zoido que se siente defenestrado en la bancada de la oposición municipal (donde hoy mismo se sentó para el pleno extraordinario en el que se abordaron las ordenanzas fiscales y en el que, sorpresivamente, no intervino), tras años de patearse Sevilla aclamado en las procesiones del Corpus y abucheado por los trabajadores municipales. De paso cubre la cuota andaluza en el Gobierno con un compañero de partido incómoda para Moreno Bonilla, aunque ambos pertenecen al bando de Cospedal en esa particular división del partido nacional que tiene al superviviente Arenas y la vieja guardia en el otro lado.

Es Zoido un político populista, en el sentido de su gusto por dar la mano a los caballeros y besar a las señoras que se va cruzando por las calles (renunció al escaño en el Parlamento cuando la ley de incompatibilidades aprobada por el Gobierno obligó a los alcaldes a elegir entre sus consistorios o la Cámara). Un populismo que tiene sus pros y contras que ello conlleva, pues muchos vecinos cuyos barrios visitó durante la campaña electoral de 2011 -en la que llegó a barrer calles, reparar bancos y tomar café con los más excluidos del asentamiento chabolista del Vacie-, le aferon una vez en la Alcaldía el olvido de sus promesas en una legislatura en la que su mayor logró fue sanear las cuentas públicas y bajar los impuestos, pero en el que no hubo grandes proyectos, se le criticó su servilismo a sectores empresariales como los hosteleros y no pocas veces el ahorro se produjo a costa de trabajadores municipales como los policías locales o los bomberos, que protestaron varias veces ante el Ayuntamiento e incluso le persiguieron por la Feria.

Su marcha a Madrid abre el debate de su sucesión en el liderazgo del grupo municipal. Hoy en el pleno, el encargado del debate sobre las ordenanzas fiscales fue Beltrán Pérez, al que se lleva tiempo señalando como posible sucesor si los tiros van por el recambio generacional en el partido. De fondo está también la división en el PP sevillano cuyo liderazgo se disputan el actual presidente, Juan Bueno -al que apoya Zoido- y Virginia Pérez, avalada entre bambalinas por el presidente del PP-A que, no obstante, en este tiempo ha optado por mantenerse bastante al margen del control interno en esta provincia.