Nueve de cada diez jóvenes usan a diario las redes sociales. España es el país de la Unión Europea donde más se navega por Internet a través del teléfono móvil, y cada vez es más temprana la edad de poseer un terminal propio. Tres de cuatro menores de 35 años reconoce quedar menos con amigos desde que han aparecido estas nuevas vías de... ¿comunicación?, según la app WaveApplication. Los jóvenes de la Generación Z, que comprende a las personas nacidas entre 1994 y 2010, están más que acostumbrados a interactuar entre ellos a través de las redes sociales. Han nacido y vivido con ellas, y lo que es peor, en su mayoría son autodidactas en todo, tanto en el conocimiento como en las formas de uso. Y ahí radica el problema. Quizás os vaya a doler esto que os digo pero según señalan algunos psicólogos para un adolescente de entre 17 y 19 años, un ‘Like’ en Instagram es tan importante como meter un gol decisivo en un partido de fútbol o sacar una buena nota en un examen. Y a diferencia de otros países, los jóvenes españoles opinan que un retuit es tan relevante como un ‘Like’ o comentario en Facebook. Hay estudios que avalan que un 20% de los usuarios de entre 14 y 16 años borrarían una foto que acaban de subir si en un par de horas no genera ningún ‘Like’.

Denunciado un 'youtuber' por humillar a un 'sin techo' dándole galletas con pasta de dientes. #Barcelona. Sin comentarios.

— Pepe Santos (@PPSantos_S) 26 de enero de 2017

Y me niego en rotundidad a echarle la culpa a los jóvenes. La responsabilidad radica en los padres y centros educativos, así como en las administraciones que deben detectar esta ausencia de formación y poner medidas efectivas. No se trata de enseñarles cómo ganar más ‘Me gusta’, ni técnicas de monitorización, posicionamiento o usabilidad de redes sociales, se trata de educarles en esta nueva forma de comunicación que avanza sin pausa alguna. ¿Conocen en su mayoría las normas éticas digitales? ¿Saben cómo actuar ante un acoso virtual? ¿Dónde están los límites éticos? ¿Cuáles son las conductas adecuadas? ¿Saben actuar ante una situación de crisis de reputación online de su marca/nombre? ¿Conocen las consecuencias reales si engañan o insultan a través de Twitter?

Entre tanto, semana tras semana leemos noticias difíciles de injerir que protagonizan - en su mayoría- jóvenes en redes sociales. La última, en torno a la muerte de Bimba Bosé. Es terrible leer que pueda haber alguien que aproveche el anonimato o no de una red social para, en una circunstancias tan complicadas y dolorosas como es el fallecimiento de una persona por un cáncer, insultar. La muerte de Bimba Bosé el pasado martes produjo una gran conmoción e hizo viral el cariñoso mensaje que publicó en Twitter su tío Miguel. «Buen viaje Bimba, mi cómplice, mi compañera, mi amor, mi hija querida. Guíame.».

Buen viaje Bimba, mi cómplice, mi compañera, mi amor, mi hija querida. Guíame.

— Miguel Bosé (@BoseOfficial) 23 de enero de 2017

En respuesta a este mensaje durante los últimos días han aparecido en las redes sociales mensajes ofensivos y de evidente mal gusto contra el cantante y la fallecida, muchos de ellos enviados por jóvenes. Esta misma semana saltaba otra noticia que volvía a poner en jaque la educación online de los jóvenes. Un tuitero fue juzgado en Madrid por incitar a la violencia de género y se defendía alegando que lo que buscaba precisamente era sensibilizar sobre el problema. En otro de los tuits ironizó con la desaparición de Marta del Castillo: «Marta del Castillo era feminista y se tiró al río porque las mujeres se mojan por la igualdad», escribió en enero de 2016. Asimismo, el pasado 26 de enero un ‘youtuber’ fue denunciado por humillar a un ‘sin techo’ dándole galletas con pasta de dientes y colgando el momento en la red.

Las reacciones comienzan de alguna forma. O al menos eso es lo que ha decidido hacer recientemente un instituto de Lleida al prohibir el móvil a los alumnos de primeros cursos de ESO, tras detectar insultos por Whatsapp. A diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los centros, en los que se permite llevar el móvil al instituto y usarlo en pasillos, cafetería o patio, el instituto leridano ha optado por la prohibición en todo el recinto por lo que, si un estudiante lo usa, serán los padres quienes tendrán que ir a recuperar el aparato.

Para garantizar todo ello debemos auto exigirnos, tratar en profundidad la educación digital de nuestros jóvenes, desde las propias familias que deben poner de su parte en el control parental o en la educación ética, hasta en los centros escolares donde debe ya existir una asignatura que promueva el buen uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Es imposible poner puertas al campo, pero sí es necesario una labor docente para que tengan un uso adecuado y seguro. Padres y profesores tenemos aún una asignatura pendiente con esta nueva generación 2.0. De cómo eduquemos... dependerá el mundo digital del mañana.

Pepe Santos

CEO de Grupo Blogosur Comunicación

@PPSantos_S