Economía

10 años de Heineken en Sevilla

El desembarco de la multinacional holandesa Heineken en Cruzcampo ha cumplido diez años convirtiendo a la capital hispalense en un centro europeo de referencia para el negocio de la cerveza. La nueva fábrica, el mayor hito de una compañía que optó por Sevilla y no Madrid para su sede social.

el 16 sep 2009 / 07:07 h.

El desembarco de la multinacional holandesa Heineken en Cruzcampo ha cumplido diez años convirtiendo a la capital hispalense en un centro europeo de referencia para el negocio de la cerveza. La nueva fábrica, el mayor hito de una compañía que optó por Sevilla y no Madrid para su sede social.

Al italiano Piero Perron le sorprendió cuando el taxista que le trasladaba desde el aeropuerto de Sevilla al centro de la ciudad le informó indignado de que "unos holandeses se querían llevar la Cruzcampo". El comentario le preocupó soberanamente porque él, directivo de la multinacional cervecera Heineken, llegaba a la capital hispalense para capitanear la fusión de esa histórica empresa del barrio de Nervión y El Águila, operación de la que se fraguaría la hoy Heineken España.

El 12 de abril de 1999, y tras semanas de intensos rumores, Diageo, grupo surgido de la unión de las compañías de bebidas Guinness y Grand Metropolitan, pone a la venta Cruzcampo, que la primera de estas firmas compró en 1990 a varias renombradas familias de Sevilla, en la que entonces constituyó la mayor operación empresarial en la historia de la agroindustria española.

Aunque no había problemas de viabilidad -Cruzcampo lideraba el mercado nacional con una envidiable cuota de casi el 25%-, Diageo -o sus dueños, varios fondos de inversión- imponía un nivel mínimo de rentabilidad que la cervecera del Gambrinus era incapaz de cumplir, máxime cuando acababa de abordar su más ambicioso plan de modernización. El novio estaba cantado, y llegó el 10 de junio de ese año.

Se trataba de la holandesa Heineken NV, que controlaba en España la sociedad El Águila. A través de esta filial, su oferta por el 88,2% del capital del grupo Cruzcampo ascendía a 108.000 millones de pesetas -posteriormente se sumarían 12.800 millones por otro 10,5% propiedad de Calsberg- y la asunción de unos 37.000 millones de deuda. En total, casi 950 millones de euros.

Pocos días después, Perron aterrizaba en Sevilla para tomar las riendas de una fusión de El Águila y Cruzcampo que se iría concibiendo a lo largo del verano y materializada en 2000. Así, la empresa sevillana dejaba de ser una empresa y se quedaba como marca comercial (producto y fundación). El italiano sería nombrado presidente de la sociedad resultante, Heineken España.

Su primera decisión, desde que puso los pies en Sevilla y pese a que El Águila tenía en Madrid su domicilio, fue trasladar a Nervión la sede social de todo el grupo fusionado, un golpe de efecto con el que reafirmaba el compromiso hispalense de la cervecera. Con posterioridad, planteó un duro recorte laboral, primero con unos sindicatos indignados que terminaron por firmar un ajuste a base de prejubilaciones y bajas incentivadas. Además, acometió una separación de los negocios de producción y distribución, para así aprovechar las sinergias (ahorro en el transporte de la amplia cartera de marcas del grupo). Por último, y por mandato del Tribunal de Defensa de la Competencia, tuvo que vender dos fábricas y media docenas de marcas, al tiempo que hacer frente a las pujantes compañías San Miguel, Mahou -estos dos se fusionarían después- y Damm.

Consumado el matrimonio de El Águila y Cruzcampo, Perron se jubila y en noviembre de 2002 el entonces consejero delegado, Carlos de Jaureguízar, es nombrado presidente ejecutivo de Heineken España -cambios posteriores en el organigrama de la multinacional hicieron que De Jaureguízar mantuviera este cargo pero no los de presidente del consejo de administración ni de la junta de accionistas, que recayeron sobre el francés Didier Fernand Debrosse-.

A Carlos de Jaureguízar se le atribuye la decisión final de trasladar la histórica fábrica de Cruzcampo hacia los aledaños del barrio sevillano de Torreblanca, y también la muy jugosa venta de los suelos de Nervión -excepto los edificios más antiguos, donde se mantienen las sedes de la cervecera y su fundación-, cuyas plusvalías han pagado la mayoría de los 320 millones de euros de inversiones acometidas en la nueva planta, una de las más grandes de Europa e inaugurada por el Rey.

Cuando se ha cumplido ya una década del aterrizaje de Heineken en Sevilla, un tercer presidente ha asumido las riendas. Se trata de Richard Weissend, que hasta ahora ha limitado sus apariciones públicas a la presentación de la nueva imagen de Gabrinus en mayo pasado.

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