Hace exactamente tres años Luis Fabiano empezó a convertirse en el gran futbolista que es hoy con un espectacular cabezazo en el Philips Stadium. Aquel giro imposible de la testa ante el Middlesbrough pareció desprender todas las extrañas neuras, todas las difíciles ideas y las complicaciones mentales que hasta ese momento le impedían ser en lo que se ha convertido en la actualidad, uno de los mejores delanteros del mundo.
Luego han venido goles importantes, menos importantes, de todos los colores, pero muchos goles, como el que se fabricó ayer y como el que le permitió hacer a Kanouté tras inventarse un penalti prácticamente de la nada.
Ayer, 10 de mayo de 2009, Luis Fabiano volvió a brillar. Estuvo incomensurable, y el Sevilla lo notó para bien. Sólo la excusa física exime del error de no sacar a este futbolista todos los partidos posibles, sobre todo en encuentros importantes. El brasileño, junto a Kanouté, forma una de las mejores delanteras de Europa y del mundo. Y, casualidades de la vida, el Sevilla ha remontado el rumbo -ante el Villarreal y el Mallorca- cuando han vuelto a la titularidad ambos.
El futuro del banquillo del Sevilla sigue en el aire. Ayer Jiménez recordó que José María del Nido, al comienzo de la temporada, se sentó con él para presentarle el objetivo que quería para la entidad esta temporada, la Liga de Campeones. Y ayer Jiménez insistió en que está seguro de que se lo va a proporcionar, todo apunta a ello.
El caso es que la temporada pasada, tras sendas pifias sonadas ante el Almería (1-4) y ante el Murcia (0-0), el de Arahal parecía más fuera que dentro del club nervionense. Y fue entonces, en los últimos cuatro partidos de Liga, cuando el Sevilla dio su mejor nivel de la Liga reforzando la confianza en el técnico. Que Valverde gusta es una evidencia, que Jiménez crea incertidumbre, otra. Quién va a ser el entrenador nervionense la próxima campaña no lo sabe ni Del Nido.
