Si no fuera porque es imposible, aseguraría que la trayectoria del Sevilla esta temporada obedece a una perfecta planificación basada en la consecución del objetivo primordial del club, clasificarse para la Champions. Un inicio de temporada con el equipo fresco, en el que se trataba de auparse, desde el principio, a los 4 primeros puestos, y de disputar con energía la UEFA, hasta que llegaran los partidos con los grandes en liga, momento en el que traspasaría la intensidad y las prioridades de Europa a la liga, relativizando la UEFA. Una segunda etapa en la que la abandona, en orden a evitar sus eliminatorias en febrero, y a centrarse en las de Copa. Y una tercera, que empezaría clasificado o no para la final de Copa, en la que ya sólo quedaría disputar a muerte las 13 jornadas restantes de liga para alcanzar el anhelado objetivo. El equipo llega(ría) a ese final de temporada en un estado de forma óptimo -fíjense cómo está Kanouté- y recuperando a los lesionados, para asestar el golpe definitivo. Escalofriante ¿no? Pero no, no,... es imposible. Miren ustedes: si se entra en Champions, habiendo alcanzado las semifinales de Copa (eso sí, en el guión no aparecía el naufragio de Bilbao -¿indicios de que el plan se resquebraja?-), la temporada será muy buena, a pesar del fiasco Europeo (2 uefas seguidas la hacen menos exigible) y del juego irregular y dubitativo del equipo. El objetivo deportivo estaría cumplido, y el institucional (la estabilidad económica, imposible sin los ingresos de la máxima competición), también. Así que, siguiendo la hoja de ruta, ahora toca vaciarse para clasificarse cuanto antes para la Champions. Así se podrá comenzar a arreglar los desperfectos cara a la próxima temporada -léase entrenador y salidas y entradas de jugadores, áreas que serán particularmente vigiladas, ya que la afición quiere que el espectáculo vuelva a Nervión-. Así que, ya saben, 12 partidos, 12 causas. Y todas ellas, por un solo objetivo: clasificarse para la "$hampions". Y, si es entre los 3 primeros, mucho mejor.
