Local

A propósito del cambio de modelo

Estamos transitando, casi sin darnos cuenta, hacia un mundo distinto al que hoy conocemos. La existencia huye de las repeticiones. La visión nostálgica hacia el pasado tiene que ver más con este reconocimiento, que con el deseo de volver atrás...

el 16 sep 2009 / 04:56 h.

Estamos transitando, casi sin darnos cuenta, hacia un mundo distinto al que hoy conocemos. La existencia huye de las repeticiones. La visión nostálgica hacia el pasado tiene que ver más con este reconocimiento, que con el deseo de volver atrás. Aceptar que todo aquello que vivimos, que tanto nos costó aprender, ya es historia, es algo difícil de digerir. Cuesta admitir que, en buena medida, casi todo está por hacer. En pocas ocasiones, y ésta es una de ellas, las cosas serán, casi con toda seguridad, están siéndolo ya, muy diferentes a como lo fueron antes. Vivimos, tiempos de cambio. Si mirásemos hacia atrás observaríamos cómo ese mundo frenético del que venimos poco a poco se aleja.

La velocidad comienza a ser algo extravagante. La percepción de que todo es posible va diluyéndose. La presencia de los límites es cada vez más intensa. La ilusión de poder estirar la realidad hasta donde nuestra imaginación alcance, poco a poco se desvanece. Estamos aprendiendo a comprender que existe una enorme distancia entre aquello que podemos imaginar, que podemos desear, sobre lo que podemos fantasear, y su materialización concreta. La fantasía y la imaginación no tienen límites. Su realización, en cambio, está sometida a límites insalvables. Ficción y realidad, aunque resulte obvio, no son una misma cosa. Se adivinan tiempos nuevos, sustancialmente distintos a los hasta ahora conocidos. ¿Cómo serán? No lo sabemos. En parte ya los estamos experimentando, aunque no seamos conscientes de ello. El futuro, lo estamos ya escribiendo.

Se ha convertido en lugar común la referencia al cambio de modelo. ¿De qué modelo? La situación que hoy padecemos es antes que nada el resultado de una manera de pensar. El cambio de modelo procurado sería, en consecuencia, estéril si no se traduce en un cambio sustancial del modelo de pensamiento. Una manera distinta de concebir el mundo capaz de orientar, en un sentido correcto, los comportamientos. No es aventurado afirmar que la euforia vivida en los últimos años ha derivado hacia prácticas y maneras de pensar muy problemáticas. La pérdida del sentido del límite, la ausencia del sentido de responsabilidad, la inconsciencia de las consecuencias?, se ha traducido en un enorme desgobierno. En diciembre pasado Time Magazine entrevistó a Obama. El ya electo presidente norteamericano respondió que había sido elegido para liderar un cambio. Y que el cambio al que él aspiraba se basaría en un gobierno que no se oriente por la ideología, que sea competente, y, sobre todas las cosas, capaz de centrarse día tras día en las necesidades y las dificultades, las esperanzas y los sueños, de la gente corriente. Son reglas del buen gobierno, que no puede concebirse sin la presencia activa de buenos ciudadanos, aquellos que procuran la buena vida. Y, por ello, ha de asumirse que la lógica que debe regir el comportamiento y la manera de pensar no puede seguir siendo la ganancia, el mero ánimo de lucro, sino la utilidad pública, la cohesión y la convivencia. La vida, admitámoslo, no es puro negocio.

  • 1