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A todo gas rumbo al Ártico

El mairenero Antonio Bustos Guillén llega en moto al Cabo Norte, el punto más septentrional de Europa.

el 28 sep 2011 / 20:57 h.

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El mairenero Antonio Bustos Guillén posa junto a su motocicleta en tierras noruegas.
"Aquello está muy lejos", es lo primero que dice Antonio Bustos Guillén (28-12-1964) cuando se le pregunta por el viaje que ha realizado allende el Círculo Polar Ártico hasta Nordkapp (Noruega), el punto más septentrional del viejo continente y lugar de peregrinación obligada al menos una vez en la vida para todo motero que se precie. "Decidí ir sin pensármelo; si me lo pienso no voy", asegura varias veces.


Se declara aficionado empedernido "a todo lo que huela a gasolina", es cinturón negro segundo Dan y profesor de kárate, pero en la tienda de muebles que regenta no suena AC/DC como hilo musical, sino Mozart. Pertenece a la asociación Moteros X La Tostá, aunque durante 16 días y 14.000 kilómetros no pudo llevarse a la boca ni un pedazo de pan con aceite. Tampoco lo echó de menos; no tuvo tiempo. "Conducía de 12 a 14 horas al día. En cuatro días me planté en Oslo".

No se topó durante su odisea con lestrigones ni cíclopes, pero sí con el colérico Poseidón que se manifestó una vez pasada la capital noruega, celoso de su proeza. Fue la peor parte del viaje. "No hacía mucho frío, unos 10 grados. Pero el problema eran los fuertes vientos. Llegando al círculo polar estaba lloviendo constantemente, hacía humedad y las carreteras eran muy malas. ¿Lo peor? Se me acabaron los calcetines secos. Fueron mil kilómetros por lugares desiertos y llegué a pasarlo regular", recuerda antes de señalar que jamás se le pasó por la mente la retirada.

Aprovechó su paso por Kautokeino para contactar con el pueblo sapmi -vulgarmente conocido con el despectivo de lapón-. Siguiendo el consejo de Kavafis, le dio tiempo allí para hacer amigos, conocer la extrema hospitalidad de sus gentes y de paso comprar algunas pieles. Mientras repasa su viaje hacia la tierra donde en verano no se pone el sol, se detiene para recordar la estrambótica Oslo. "Llegué a las 12.00 de la noche y era de día. La situación que vi era rara. Gente vagando por las calles... Daba mal rollo. Ahí fue cuando me sentí totalmente sólo ante el peligro". Dos días después de pasar por esta ciudad, el extremista Anders Behring Breivik cometió su macabra masacre y sembró el caos en Noruega con 76 muertos.

La vuelta a Mairena del Alcor la hizo por la ruta más larga. Cruzó Finlandia, los países bálticos, Polonia, Alemania, Austria, Italia, Mónaco y Francia antes de llegar a casa, donde sus amigos le dieron una calurosa bienvenida que él jamás olvidará.

Por Europa. En su retina ha quedado el recuerdo del contraste entre la Europa occidental y la pobreza que atraviesan las antiguas repúblicas soviéticas. El muro sigue en pie, aunque ya no sea físico. A pesar de haberse gastado 2.000 euros -de los cuales el 80% del presupuesto se destinó, cómo no, en gasolina-, ha ganado mucho durante la travesía: una secuencia de momentos vividos y paisajes recorridos junto a su fiel compañera, la BMW 1200 GD Adventure. Unos recuerdos que se mantienen inalterables en su memoria de motero aventurero.

Anteriormente, ya había realizado algún viaje, como el que le llevó a recorrer España, Portugal y Marruecos. Su mujer le echa paciencia al asunto. "Me hizo los bocadillos, me preparó la ruta...". Definitivamente tiene que ser una santa. Como muestra de agradecimiento personal o tal vez como chantaje emocional, Antonio ya le tiene preparada una sorpresa: un viaje a Marruecos. Eso mientras asegura sonriente que, aunque su esposa no lo sepa todavía, ya tiene marcado en el mapa su nuevo lugar de destino: Senegal. Su viaje será a finales de año.

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