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Ahora es el momento de la sentada

La asistencia, o no asistencia, de España a la llamada cumbre del G-20, convocada en y por Estados Unidos, para el próximo 15 de noviembre, es más una cuestión de prestigio, sobre todo de prestigio personal del presidente Zapatero, que de verdadera necesidad para España.

el 15 sep 2009 / 17:19 h.

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La asistencia, o no asistencia, de España a la llamada cumbre del G-20, convocada en y por Estados Unidos, para el próximo 15 de noviembre, es más una cuestión de prestigio, sobre todo de prestigio personal del presidente Zapatero, que de verdadera necesidad para España. Es evidente que para Bush la presencia de España, o de Zapatero, es absolutamente prescindible, y como parece que se le ha dejado al todavía presidente que haga la lista de invitados, pues ha dejado fuera a su colega español.

No sabemos si esto ha sido como la venganza del chinito, devolviendo, lo de la retirada de las tropas españolas de Irak o lo de la sentada ante la bandera norteamericana que protagonizó Zapatero. O tal vez sea que Bush, como su compañero de partido, y aspirante a sucederle en el cargo, John McCain, tiene alguna laguna cognoscitiva sobre España, después de la foto de las Azores.

Pero también es verdad que para España, salvo la cuestión de imagen o prestigio, que en el terreno político es un factor a considerar, tampoco es un tema de vida o muerte la asistencia a esa cumbre. Ya estamos acostumbrados a que estas reuniones de alto nivel sirvan para poco más que para hacerse una foto. Lo malo es no estar en la foto.

Porque, en caso de que hubiese decisiones importantes, para afrontar la actual crisis financiera, se tomarían con España dentro o con España fuera. Y tampoco vamos a ser tan cándidos como para pensar que la presencia española, a pesar de nuestra reconocida inteligencia y capacidad de influencia en la configuración de la política mundial, vaya a suponer un factor importante a la hora de tomar esas decisiones. Todos sabemos que salvo tres o cuatro, el resto van a ser convidados de piedra.

Lo que pasa es que serán convidados contentos por el hecho de ser convidados, como pasa, por ejemplo, con las bodas de prestigio, o incluso de medio pelo, donde hay muchos que hacen el ridículo pidiendo ser invitados. Pues, salvando las diferencias porque el tema de la crisis financiera no es para tomárselo a broma, con el asunto de la reunión del G-20, está ocurriendo algo parecido. El presidente Zapatero, quiere ir, por el bien de España, vale, y Bush no quiere que vaya, mientras los demás miran para otro lado - por ejemplo, Zarkozy da la impresión de que, con su sí pero no, se lo está tomando a guasa - y se sienten un poco incómodos ante la insistencia española.

De todas formas esto tiene mal arreglo porque, siguiendo con el símil de la boda, si por fin se va, da la impresión de que uno se ha colado en el convite, y si no se va, después de tanto pedirlo queda uno como si no fuese nadie. Que muchos casos es la verdad. Y eso duele. Pero también duele el ver a nuestro presidente - porque se comparta o no ideología partidista es el presidente de todos los españoles - haciendo un papelito como de mendicante. Y no se trata de orgullo patrio, o tal vez si, pero, tal como se ha puesto Bush, ahora es el momento de la sentada.

Periodista

juan.ojeda@hotmail.es

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