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Al mal tiempo, buena cara

El artista sevillano, Francisco Javier Labandón 'El Arrebato', actúa ante su público en el Auditorio Fibes el próximo viernes 17.

el 12 may 2013 / 17:49 h.

El Arrebato / Pandelet El Arrebato / Pandelet

Digan que sí, que la cosa está de ruina, que la industria se hunde, que no ha manera de vender un disco, que entre la piratería y la crisis, la música va camino del sepelio. Digan lo que quieran, pero es inútil: no van a borrarle la sonrisa a Javi, no van a acabar con la alegría de El Arrebato. Será porque la vida de barrio promueve esos valores tan fuera de moda, la vida sencilla, la alegría espontánea alrededor de una guitarra y tres o cuatro botellines de cerveza, el amor de andar por casa, más hondo y más verdadero que un romance de Hollywood. Así ha sido la actitud de este artista desde sus comienzos, así ha salido adelante y conquistado los corazones de un montón de gente a lo ancho y a lo largo de la vieja piel de toro, así se mantiene aunque parezca que el mundo se acaba mañana por la mañana.

Quédense con este nombre, Francisco Javier Labandón Pérez, sevillano de 1969 aunque hijo de gaditana, un músico con carisma y con nervio que ha ido incubando el éxito despacito y con arte, como se hacen las cosas en este sur del sur. Miren dónde se remontan sus comienzos: año 1985 –ya ha llovido-, cuando empezó a foguearse con sus amigos en el grupo Piel Morena, aprendiendo a caminar sobre los escenarios, pasando miedo en los camerinos y buscando el escalofrío en el público. Aquel proyecto no estaba llamado a trascender, pero Javi sabía que no hay forma de llegar a ninguna parte sin dar pasos hacia el horizonte.

A través de Piel Morena y de su discográfica, Ar Producciones, conoció a Camela, que en aquel entonces arrasaban entre las masas populares y hasta en las élites económicas. Dioni Martín, líder del citado trío, se convirtió en un gran amigo y también en un estímulo fundamental para que el cantante siguiera en el tajo. Fue el propio Dioni quien se ofreció para mediar con la multinacional EMI, y con su primera maqueta en solitario logró firmar el primer contrato. Sólo faltaba rebautizarse como El Arrebato, el nombre con el que solía llamarle su abuela Leonor, y la magia se encargó de hacer el resto.

Poquito a poco fue el título de aquel álbum de debut con el que Javi, El Arrebato, logró camelarse a propios y extraños y ponerse en órbita. A este hito le siguieron Una noche con arte (2003), Que salga el sol por donde quiera (2004), Un cuartito para mis cosas (2006), Mundología (2008), Lo que el viento me dejó (2010) y el más reciente Campamento Labandón, además de un memorable Grandes éxitos. Pelotazos hay de sobra en su discografía como Duele, Ojú lo que la quiero, Hoy me dio por ser honesto, Poquito a poco, Ve despacito, Háblame del sur, A mí na’ ma’, Búscate un hombre que te quiera, Por un beso de tu boca, Un amor tan grande, Una noche con arte o Dame cariño, pero ninguno como el que le dio dimensión internacional y, si bien no lo hizo rico de jurdós, sí le llenó el corazón y el orgullo: el Himno Oficial del Centenario del Sevilla, con el que El Arrebato trascendía los parámetros artísticos más o menos al uso para ingresar de cabeza en la leyenda.  

Dicen que si no ha dado el salto a Sudamérica, como sucede con su compadre El Barrio, es porque tiene una incurable fobia a los aviones. Dicen que le gusta tantear los límites, no conformarse sólo con narrar besos de soportal y fervores rojiblancos, sino que también quiere de vez en cuando sacudir conciencias, apelar al rebelde que todos llevamos dentro, no desde la indignación furibunda, sino desde la alegría militante. Eso es El Arrebato, buen rollo en vena, un subidón de optimismo inderrotable. Dicen que se quitaría antes su característica felpa que su indestructible sonrisa. Aunque la industria se hunda, aunque el mundo se acabe mañana por la mañana.

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