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Albaida cumple su sueño

La nueva filial sevillana oficializa una devoción por la Blanca Paloma después de 20 años de trabajo y otros tantos de peregrinaciones repartidas con simpecados de pueblos vecinos

el 07 jun 2014 / 23:30 h.

Los fundadores Bruno, Antonio, Santiago, Francisco, Gregorio, Toribio y Mercedes, ante el Simpecado. / José Luis Montero Los fundadores Bruno, Antonio, Santiago, Francisco, Gregorio, Toribio y Mercedes, ante el Simpecado. / José Luis Montero El Aljarafe es una tierra fecunda en sentir rociero. Tanto que no hay pueblo que escape a esta devoción nacida en Las Rocinas. También el municipio de Albaida del Aljarafe ha tenido a la Blanca Paloma entre sus devociones de cabecera, mucho antes de que hace veinte años comenzara a oficializarse, primero como asociación, y desde este año como filial almonteña. Los testimonios de los más mayores así lo relatan y la letra de una sevillana termina de confirmarlo: «Villamanrique con las de Albaida», recuerda Mercedes Morán, viuda de uno de los hermanos fundadores, Juan Rodríguez Fraile. Ella rememora además una infancia «junto a las carretas y entre bengalas alumbrando el Simpecado manriqueño para el rezo del Santo Rosario». Otros apuntan que «hace 200 años fueron ocho familias de Albaida con Umbrete». «Somos un pueblo rociero desde hace mucho. Mi madre me traía en un burro a ver la Virgen. Yo he venido en un carro con otras dos más embarazadas y con las cartillas de maternidad por si nos poníamos de parto», confiesa Encarni mientras añade que «sólo con la fe y la devoción se puede entender todo esto». Lo que ocurría es que las familias rocieras de Albaida iban por separado, «cada cual haciendo el camino con una hermandad diferente, con Olivares, Villanueva del Ariscal...» Pero todo cambió en la peregrinación que realizó un grupo de devotos –hoy hermanos fundadores– en la festividad de Todos los Santos. Este germen lo formaban Bruno López, Antonio Cruces, Santiago López, Francisco López, Gregorio Gelo, Toribio López y los ya fallecidos Juan Rodríguez y Antonio Arredondo. «Nos reunimos y dijimos: Esto no puede ser así. Estamos todos repartidos en el Rocío», detallaba uno de ellos, Francisco López. Los hermanos cuidan hasta el mínimo detalle de la carreta de su Simpecado, obra del taller de Villarreal. / José Luis Montero Los hermanos cuidan hasta el mínimo detalle de la carreta de su Simpecado, obra del taller de Villarreal. / José Luis Montero Por delante quedaban 20 años de trabajo y esfuerzo, que ha contado con el apoyo de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, del ayuntamiento, de las hermandades «y de todo el pueblo». En estos comienzos difíciles hay que apuntar también la colaboración del párroco de entonces, José Manuel Martínez Santana, quien «empezó con las Reglas» de lo que hoy es la filial 113 y que ayer hizo su primera presentación a la Virgen de la mano de su madrina, Espartinas. Junto a la carreta afloran vivencias de unos comienzos en lo que todo era nuevo pero ilusionante. «Al principio pedíamos al pueblo pero sin poder ofrecerles nada. Le pedíamos para hacer el Simpecado, pero no se lo podíamos ofrecer. Era la dificultad del arranque», apunta Antonio Cruces, mientras los hermanos Santiago y Francisco López repasan fechas:«En 1994 nos hicimos asociación y en marzo de 2004 recibimos la carta de hermandad por la Archidiócesis de Sevilla. El 13 de enero de este año recibimos la mayor de las alegrías al anunciar nuestra entrada en la familia rociera como hermandad de pleno derecho». Este primer camino ha sido «emocionantísimo» y con los sentimientos «a flor de piel», dice el actual párroco, Fermín Muñoz Domínguez. Él se queda con el momento del cruce del Vado de Quema: «Los hermanos fundadores se fundieron en un abrazo y el resto de gente con ellos y todos se echaron a llorar». La escena contó con la interpretación de la sevillana que ha compuesto el madrileño Eduardo Lucero y que bien resume todo lo vivido:«...y junto a Olivares el sueño empezó./El sueño empezó, desde Villanueva, también se prestó/ y con Espartinas, por fin se cumplió». Bruno López apenas puede hablar apoyado sobre la yunta de la carreta. Echar la mirada atrás le llena los ojos de lágrimas. El que fuera primer presidente de la hermandad señala que nunca creyó que fuera «tan profundo» como lo están viviendo todo: «Venimos a un trocito de Gloria. No se puede contar. Es para vivirlo», explica con el poco hilo de voz que le sale de lo más hondo. Eso sí, lejos de relajarse ante el dulce momento se marca una meta para los próximos meses: «A partir de ahora hay que luchar más que antes para que crezca esta familia y se haga cada día más grande la hermandad». Una «grandeza» de la que todos han sido partícipes. Así, el fallecido Juan Rodríguez Fraile dejó impresa su fe en el Simpecado de Albaida que bordara Piedad Muñoz Rodríguez, vecina y discípula de la maestra Esperanza Elena Caro. Los ángeles que escoltan a la pequeña imagen de la Blanca Paloma fueron realizados «en material de prótesis dental y pintados por Romualdo Gelo», precisa su esposa en los terrenos habilitados para la hermandad en la avenida deSantolalla. Sus primeras oraciones como romeros de ley tienen un mensaje común: «Que nos de fuerzas para el año que viene para poder traer la hermandad», dice el grupo de hermanos fundadores de esta nueva filial que la próxima romería asumirá el papel de hermanos mayores para traer a una Albaida rociera desde siempre.

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