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Amadrinando una devoción

La hermandad de Espartinas iniciaba ayer su peregrinación con un momento muy especial: el amadrinamiento de la nueva filial –la 113–, la corporación de Albaida del Aljarafe, quien ha acompañado a los espartineros desde hace años.

el 04 jun 2014 / 23:58 h.

Momento en el que las dos carretas de la hermandad de Espartinas y la de Albaida del Aljarafe se disponían a salir por la localidad. / Alba Poveda Momento en el que las dos carretas de la hermandad de Espartinas y la de Albaida del Aljarafe se disponían a salir por la localidad. / Alba Poveda Con los primeros rayos del sol, los romeros de Espartinas se preparaban para iniciar una peregrinación que se puede resumir en una palabra: emoción. Era un día alegre, sin duda. Vibraban los nervios por no dejarse nada atrás, por no olvidar ningún sentimiento. Las medallas relucían sobre el pecho, los trajes estaban impolutos y el corazón preparado para peregrinar por la Blanca Paloma y celebrar junto a ella la llegada de Pentecostés. La salida de ayer podría haber sido como la de cualquier otro año, pero no. Poco antes de empezar la misa, los peregrinos de Espartinas esperaban nerviosos la llegada de los que hasta ahora habían sido sus hermanos de camino: los romeros de Albaida del Aljarafe. Este año volverán a acompañarles, pero será diferente: Albaida ya caminará sola como hermandad filial. Tras abandonar la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, los peregrinos de ambas corporaciones se dirigieron junto a sus simpecados hacia la plaza del Ejército del aire –popularmente conocida como la plaza del avión–. Allí se trasladaba este año la misa de romeros. El padre Guillermo, director espiritual de la Hermandad del Rocío de Espartinas, junto a dos monjes del monasterio de Loreto, fue el encargado de oficiar la eucaristía. A las 7.30 horas, los dos simpecados coronaban el altar improvisado de esta popular plaza. Allí todos los presentes empezaron a preparar las almas para adentrarse en las arenas del camino y llegar a la aldea con la fe renovada, al son de las plegarias que cantó el coro de la Hermandad del Rocío de Espartinas. Tras la misa, la hermandad de Espartinas impuso su medalla a dos miembros de Albaida del Aljarafe, que por coincidencia de los cultos no se habían impuesto antes. Concretamente, al presidente de su ahijada, Lucas García, y al prioste, además de su hijo, Francisco García. Además, ambas hermandades se regalaron mutuamente la medalla de oro de su corporación para tenerse presentes en su simpecado. Ayer era un día alegre, pero también un día «marcado por el anhelo al separarse los lazos de unión» que durante más de una década han hermanado a los pueblos de Espartinas y Albaida del Aljarafe, aseguró el presidente de la corporación madrina, Juan José Mateos. Hasta ayer, han sido muchos los rezos y plegarias compartidos entre ambas hermandades. Pero cuando pasen Villamanrique de la Condesa, el verde de la esperanza, de Espartinas, y el blanco de la paz, de Albaida, caminarán separados físicamente pero unidos en un solo sentimiento: el respeto y la devoción por la Blanca Paloma. El alcalde de Espartinas, Domingo Salado, también estuvo presente en este acto. Un día que calificó como histórico, ya que, según recuerda, Espartinas nunca había amadrinado a ninguna hermandad. Precisamente eso es lo que no debe de dejar de ser nunca, según Salado, esta corporación: una hermandad. «Como hermanos deben de entenderse y solucionar sus problemas en el camino», les aconsejaba. En una mañana puramente rociera, donde parecía que la Blanca Paloma iluminaba con los destellos de su corona, Espartinas y Albaida volvían a caminar juntas. Lo hicieron por todo el pueblo espartinero. Y había tantas ganas de Rocío que las paradas no se espaciaban mucho entre ellas. De hecho, a los pocos minutos de emprender el camino con los simpecados dispuestos en sus carretas, los niños del colegio Joaquín Benjumea esperaban el paso de los peregrinos ansiosos. Pese a que la docencia marcaba el día, no dudaron en salir a la cancela del centro para tocar la salve rociera con sus flautas y para bailar al son de unas sevillanas. Desde allí se dirigieron a la casa de la Hermandad Sacramental de Espartinas donde una lluvia de pétalos esperaba, como marca tradición, al simpecado. Previo paso por la casa hermandad de la corporación rociera, Espartinas y Albaida se dirigieron hacia el monasterio de Loreto. En el monolito dedicado a la Virgen de Loreto, los peregrinos hicieron sonar la salve una vez más antes de adentrarse en el camino para pernoctar en los pinares de Aznalcázar. Será hoy cuando ambas corporaciones hagan su presentación en Villamanrique. La madrina subirá los famosos siete escalones a las 11.15 horas, mientras que su ahijada lo hará un cuarto de horas después. A partir de ese momento el camino será distinto. Tendrá un mismo objetivo: encomendarse a la Virgen del Rocío. Pero en el alma quedará una pena: la de compartir a la entrada de la aldea el sentimiento que un día hermanó la devoción por la Blanca Paloma.

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