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Amparo Rubiales, tal como es

Hace casi medio siglo me contaba un viejo periodista almeriense que había conocido y tratado a Carmen de Burgos Colombine, nacida en Rodalquilar en algún año del siglo XIX, y que lo que más le impresionó siempre de esta intelectual feminista y notable escritora fue su firme convicción en lo que hacía...

el 15 sep 2009 / 16:01 h.

Hace casi medio siglo me contaba un viejo periodista almeriense que había conocido y tratado a Carmen de Burgos Colombine, nacida en Rodalquilar en algún año del siglo XIX, y que lo que más le impresionó siempre de esta intelectual feminista y notable escritora fue su firme convicción en lo que hacía, en lo que pensaba y en su manera de manifestarse -tal como era- en su obra escrita y en su vida diaria. Colombine, mujer extraordinaria, adelantada a su tiempo y precursora de toda una corriente de ideas que hoy son comunes a las mujeres de nuestro tiempo, quedó retratada para la historia con una personalidad sin concesiones a los esquemas que se venían trazando de la feminidad, y de la que dieron fe por escrito Blasco Ibáñez o Ramón Gómez de la Serna.

El libro que nos presenta hoy Ampara Rubiales, Una mujer de mujeres, hubiera hecho las delicias de Carmen de Burgos y seguramente habría sido motivo de escándalo en la sociedad española del primer tercio del siglo pasado, tiempo del esplendor literario de aquella singular mujer andaluza. Se esté o no se esté de acuerdo con las tesis de Amparo Rubiales, cuyos orígenes ideológicos están en una izquierda que hoy es puro romanticismo, debemos convenir que la autora, en un alarde de sinceridad, como es difícil encontrar en nuestro tiempo, hace un ejercicio de coherencia que seguramente es lo que más llama la atención de su libro y lo que le quedará al lector cuando vuelva la última hoja.

Mujeres como Amparo Rubiales han contribuido sin frívolas maneras a que muchos varones, educados en la escolástica del machismo reinante en la España de la posguerra, iniciásemos la senda de comprender el papel de nuestras congéneres en la sociedad y su misión en absoluto subalterna en la vida cotidiana. Mérito aún acrecentado tiene esa labor pedagógica en Andalucía donde sales de los círculos ilustrados y te das de bruces con la edad media, o lo que es lo mismo la mujer con la pata quebrada y en casa.

La forma de abrirse paso en la narración a través de ella misma, con un estilo a veces impertinente, y seguramente preciso al caso, y la rotundidad con que se enfrenta al pan, pan, y al vino, vino, hacen de esta obra un ejemplo paradigmático de la conveniencia de escribir sin tapujos ni complejos en un país en el que salen a la venta setenta mil títulos al año, la mayoría perfectamente prescindibles, pero donde libros como el de Amparo Rubiales asoman a los escaparates con brillo propio.

No sabría decir si la forma de pronunciarse en la vida de Amparo Rubiales se compadece con la de figuras como Concepción Arenal, Clara Campoamor o Carmen de Burgos. Pero me ha parecido olisquear en este Una mujer de mujeres el cercano y casi familiar regusto de la condición literaria y femenina de Colombine, tan olvidada hoy, a la que la sociedad española le debe, y no poco, su sentido de la anticipación, de la integración y del inicial intento de derribar las auténticas murallas que en su tiempo las separaban de los hombres.

Periodista

gimenezaleman@gmail.com

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