Cultura

Ana Salazar: «El flamenco no puede arrebatármelo nadie»

Después del clamor, la calma. Así ha sido el camino que ha llevado a la gaditana Ana Salazar a grabar Claros del alma (Universal), la banda sonora del tiempo en que gestaba a su primer hijo. Artista precoz, su carrera ha sido tan singular como impecable.

el 14 sep 2009 / 20:20 h.

Después del clamor, la calma. Así ha sido el camino que ha llevado a la gaditana Ana Salazar a grabar Claros del alma (Universal), la banda sonora del tiempo en que gestaba a su primer hijo. Artista precoz, su carrera ha sido tan singular como impecable.

En la ya dilatada trayectoria de Ana Salazar hay un antes y un después del disco Chanson flamenca, donde interpretaba las composiciones clásicas de Edith Piaf adaptadas a su sureñísimo acento con arreglos aflamencados y jazzeros. A la gaditana, que llevaba desde los 16 años subida a los escenarios, le llovieron de un día para otro los reconocimientos. "Fue una época llena de regalos, unos muy buenos y otros que no lo fueron tanto. Aprendí mucho, pero también tuve que vérmelas con conflictos emocionales, cambios de ciudad, un desorden general que la edad también propiciaba", recuerda.

El bailaor Antonio Canales la dejó colgada, dice sin tapujos, para su Minotauro, y por ello se perdió colaborar con Joaquín Cortés. "Por suerte, con el tiempo se asienta todo", explica. Hizo de Julieta en el musical Tarantos, tuvo también un papel en un Ibsen dirigido por Calixto Bieito. Un torbellino laboral y emotivo que daría paso a la calma más temprano que tarde.

Y la buena música -como la que se recoge en Claros del alma- siempre de fondo: "He escuchado de todo a lo largo de estos cuatro años, y todas las canciones de mi disco tienen un por qué. Ya estaban en mi vida, no he tenido que forzarlas", dice Salazar. "Todo en este álbum es por gusto, por puro placer".

Desde el saludo a la Piaf de Más azul que tus ojos a composiciones de Ruibal -ese Dame tu boca con letra de Mari Pau Domínguez-, Pável Urkiza y José Luis Montón, pasando por Mi confianza de Luz Casal o Pena, penita, pena de Quintero, León y Quiroga, cada pieza tiene una identidad propia que la voz de Salazar y los arreglos de Guillermo McGill convierten en un todo homogéneo, sensible y enormemente expresivo. Incluso la propia cantante se anima a escribir un tema, titulado Conclusión, "porque necesitaba expresar emociones con mi propia letra", explica ella misma.

No menos cuidada es la selección de músicos, que incluye nombres tan acreditados como el contrabajista Javier Colina, el bajista Víctor Merlo, el guitarrista José Luis Montón o el propio McGill, un pequeño dream team por el que muchos solistas españoles se darían tortas.

A pesar de esta heterogeneidad de estilos, Ana Salazar sigue siendo, en el fondo y en las formas, una artista flamenca capaz de cultivar muchos registros. "El flamenco está en mi piel desde pequeñita", asevera. "Eso no me puede arrebatármelo nadie. Pueden poner mis discos en el apartado que quieran, aunque yo prefiero que sean honestos y no confundan a los que no conocen... Pero mi alma es flamenca, sigo luchando por este arte", añade.

Y aunque corren tiempos duros para la industria discográfica, Ana Salazar se muestra feliz y optimista con su nuevo trabajo. "Este disco lo he hecho en casa y lo he disfrutado muchísimo. Si los demás también lo disfrutan, pues mejor", afirma.

"Estamos pisando por la crisis, sí, pero quién sabe si todo esto no va a atraer nuevos públicos a quienes intentamos no ser artistas kleenex", agrega, contundente. "Lo esperanzador es que a veces las multinacionales apuesten a veces por música buena y comercial a la vez, como Buika o Bebo y El Cigala".

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