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Asenjo recuerda que la "alegría profunda" de la Navidad "no son las compras ni los regalos, sino Dios"

el 13 dic 2010 / 14:23 h.

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El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, ha recordado en una  carta pastoral que la "alegría profunda de la Navidad no se cifra en  las compras, los regalos, las vacaciones o las reuniones familiares"  propias de estos días, sino "en Dios con nosotros".

En la misiva, titulada 'Alegraos porque el señor está cerca'  Asenjo afirma que "todo lo demás que no sea Dios es secundario, y no  admite parangón ante la luz de su presencia y la belleza de los dones  que nos trae", pues "con el Señor no hay temor, ni tristeza, ni  llanto, ni dolor, ni miedo, ni inseguridad".  

"El nos conoce por nuestro nombre, nos comprende, acompaña y guía  por medio de su Espíritu. El nos perdona siempre, sin rastro de  resentimiento", señala, asegurando que la "alegría de sentirnos  perdonados y poder comenzar de nuevo no es comparable con los  placeres efímeros que nos brindan las cosas materiales y que en estos  días nos sugieren los reclamos publicitarios".  

Así, insisten en que el sentirnos "queridos, amados, defendidos y  acompañados por el Dios fuerte y leal, omnipotente y amigo de los  hombres, nos proporciona la paz que el mundo no puede dar".

De este modo, el arzobispo de Sevilla trae a colación las palabras  de San Pablo (Fil 4,4-5) : "Estad siempre alegres en el Señor; os lo  repito, estad alegres. El Señor está cerca", para señalar que en los  umbrales de la tercera semana de Adviento, cuando faltan doce días  para la Nochebuena, la liturgia, con fina pedagogía, hace un alto en  el camino para animarnos y sostener nuestro esfuerzo en el camino de  la penitencia y de la conversión del corazón.  

"Preparémonos, pues, intensamente a recibir a Dios", dice Asenjo,  para continuar: "Apresurémonos a limpiar y a agrandar las estancias  de nuestro corazón para que viva en nosotros y sea el único Señor de  nuestras vidas. Rompamos las ataduras que nos esclavizan y las  imperfecciones que nos atenazan, que enfrían nuestro amor a Dios y  que merman nuestra libertad para seguir al Señor con un corazón  limpio e indiviso".  

En la vida ordinaria, apunta, cuando nos preparamos para un gran  acontecimiento, en los últimos días "redoblamos el esfuerzo para que  todo esté a punto", algo que "también nos pide la liturgia en esta  segunda parte del Adviento mostrándonos a María, Ntra. Sra. de la O,  la Virgen de la Espera y la Esperanza, como el mejor modelo del  Adviento".  

El arzobispo destaca el "amor que dispondría su corazón para  recibir a Jesús, con cuánto cariño prepararía los pañales antes de  partir para Belén o con cuánto amor limpiaría con José la cueva y el  pesebre". "Que ella nos ayude a prepararnos para el encuentro con su  Hijo, que viene dispuesto a colmarnos de dones, a convertir nuestra  vida, a robustecer nuestra fe y nuestro testimonio ante el mundo de  que El es el centro de la humanidad, el verdadero gozo del corazón  humano y la plenitud total de sus aspiraciones", manifiesta.

Asenjo proclama que "el Señor nacerá en nosotros en la medida en  que estemos dispuestos a acogerlo en nuestros hermanos, en los  enfermos, los ancianos abandonados, los transeúntes, los inmigrantes,  los parados y sus familias, que tanto están sufriendo como  consecuencia de la crisis económica. Comencemos ya desde hoy a  descubrir en ellos el rostro del Señor".  

Según subraya, "El, además de asumir y dignificar la naturaleza  humana con su Encarnación y nacimiento, ha querido compartir con  nosotros su naturaleza divina".  

"Qué razón tan poderosa para entregarnos a nuestros hermanos,  hijos de Dios como nosotros, para perdonar, para renovar nuestra  fraternidad, para compartir con los pobres nuestros bienes y, lo que  es más importante, nuestras personas, nuestro afecto y nuestro  tiempo. Si así lo hacemos, constataremos que es verdad que 'hay más  alegría en dar que en recibir' (Hch 20,35) y experimentaremos la  alegría inmensa, recrecida y rebosante que nace también del encuentro  cálido y generoso con nuestros hermanos", concluye.

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