Baltimore Ravens se coronó la pasada madrugada como el ganador de la 47ª edición de la SuperBowl, la gran final del fútbol americano estadounidense disputada en el Superdome de Nueva Orleans, después de derrotar por 31-34 a San Francisco 49ers, que reaccionaron para acercarse a una remontada épica que finalmente se quedó en nada, lo que impidió que alcanzaran su sexta SuperBowl.
En la primera del encuentro, en los dos primeros cuartos y un pequeño espacio del tercero, fue de claro color de los Cuervos, que se pusieron en el marcador con un claro 6-28, que les dejaba con medio anillo en su mano. En ese momento, tras el espectacular touchdown de retorno de Jacoby Jones, se produjo un apagón en el estadio de más de media hora, que devolvió la mejor versión de la franquicia californiana, cerca de hacer otra machada.
Pero en esta ocasión, al contrario de lo sucedido en la final de la Conferencia Nacional ante Atlanta Falcons, cuando levantaron un 17-0 en contra, los 49ers no pudieron hacer el milagro, aunque lo rozaron con un último ataque muy cerca de la end zone rival, que los de John Harbaugh defendieron con uñas y dientes.
Finalmente, el hermano mayor de los Harbaugh le ganó el duelo al pequeño y dio a los Ravens la segunda SuperBowl de su historia tras la de 2000, mientras que los 49ers perdieron su primera final y no pudieron alcanzar el récord de anillos de los Steelers de Pittsburg.
El MVP del partido fue el quaterback de los campeones, Joe Flacco, clave en la primera gran mitad de los suyos, lanzando para tres touchdowns, lo que le permitió acabar la postemporada con un histórico bagaje de 11 y ninguna intercepción, algo realizado sólo precisamente por un mito de los 49ers, Joe Montana, en 1988. En la segunda parte, pese a no cometer errores, no pudo mantener su dominio, y fue su homólogo, Colin Kaepernick el que acaparó la atención dirigiendo a los suyos hacia la remontada. De todos modos, el partido quedó decantado tras la primera mitad.
