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Banquillos ACB con acento americano

Con la llegada de Scott Roth serán diez los entrenadores de Estados Unidos que habrán entrenado en la ACB. George Karl implantó conceptos como las rotaciones o las sesiones de vídeo.

el 02 ago 2014 / 17:30 h.

ACBComo si se tratasen de misioneros del baloncesto; entrenadores y jugadores estadounidenses iniciaron su peregrinación por Europa en los años 50 del siglo XX para popularizar el nivel de un deporte, que por aquel entonces, estaba a una distancia sideral del que se practicaba al otro lado del charco. Un tal Mister Spaulding llegó a España en el mes de enero de 1957 para impartir charlas y clinics sobre fundamentos y metodología de entrenamiento en varias ciudades, una de ellas Bilbao. Regresó a la capital vizcaína en 1969 y negoció su fichaje por el Águilas, pero las conversaciones acabaron con el señor Spaulding de vuelta otra vez a su país. Sólo unos meses después, el presidente del KAS sí consiguió que Lester Lane, medalla de oro en Roma´60 junto a Oscar Robertson y Jerry West, dejara su firma en el contrato que le confirmaba como técnico del equipo también bilbaíno. Lane completó un par de temporadas magníficas consiguiendo sendos cuartos puestos y una final de Copa, que llevó a los bilbaínos a disputar la Recopa de Europa. Además de su labor al frente del equipo, el estadounidense viajó por toda la región ofreciendo charlas didacticas en las que Moncho Monsalve ejercía de intérprete. Comienza entonces una historia que ha traído al baloncesto español a unos cuantos entrenadores estadounidenses. En la era ACB hasta nueve se han sentado en el banquillo, a partir del próximo octubre serán diez con el fichaje esta misma semana de Scott Roth por el Baloncesto Sevilla. El más conocido y quizá el que más revolucionó el concepto de baloncesto que se practicaba en España fue George Karl. Llegó a España en el verano de 1989 para sustituir a Lolo Sainz en el Real Madrid. El presidente Ramón Mendoza jamás entendió por qué su equipo fue incapaz de arrebatarle la liga al Barcelona, a pesar de contar con el jugador más determinante del momento: Drazen Petrovic. Por ello, decidió mandar al técnico de pelo cano a los despachos y fichar a este ex jugador de San Antonio Spurs, nacido en Pennsylvania. Lo primero que pidió a llegar a la Ciudad Deportiva madridista fue preguntar por la sala de vídeo, Lolo Sainz miró para otro lado y le regateó diciendo que estaba de obras: en aquellos tiempos lo del scouting no era algo que estuviera muy de moda por aquí. Después de la paliza del entrenamiento, el jugador recibía de propina un mamotreto con las jugadas y sistemas del equipo rival. Algún miembro de aquella plantilla aún guarda uno de estos incunables con el análisis pormenorizado del contrincante. No fue esa su única contribución. En aquel Real Madrid se acabó eso de jugar todo el partido. Más o menos cada siete minutos sus jugadores debían hacer paseíllo hacia el banquillo para dar sentido a algo que acabó por describirse con el término rotación, una palabra que jamás se había asociado en España con el baloncesto. Todo iba de lujo, el equipo ganaba y Fernando Martín era feliz, pero todo se truncó un 3 de diciembre de 1989 en la M-30 madrileña: la tragedia pudo más que la revolución y su experimento se fue a pique. El pívot del Real Madrid murió en accidente de tráfico y George Karl a lo poco que pudo aspirar esa temporada fue a que sus jugadores contuvieran las lágrimas durante los 40 minutos que duraban los partidos. Los años 80 y principios de los 90 fueron la época en la que hubo presencia más habitual de entrenadores estadounidenses en los banquillos de la ACB. Todavía existía la idea, ya más que superada, de que su sapiencia era mayor de la de los entrenadores europeos y algunos equipos se arriesgaron al experimento, aunque el repaso a sus trayectorias no se presta a demasiados halagos. La mayoría de ellos entrenaron en periodos cortos y en equipos que tenían complicado destacar.

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