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Bienvenida la Feria de Madrid

Como todos los años, es obligado hacer referencia a la Feria del Libro de Madrid, que arranca este fin de semana en el Paseo de Coches del Retiro.

el 15 sep 2009 / 05:44 h.

Como todos los años, es obligado hacer referencia a la Feria del Libro de Madrid, que arranca este fin de semana en el Paseo de Coches del Retiro. Con 17 días y más de 400 actividades, la Feria de Madrid es, por excelencia, el escaparate nacional de los libros. Además, en esta edición la protagonista es Latinoamérica y su literatura, un mercado en expansión y en el que tienen puestos sus ávidos ojos las grandes editoriales españolas.

Recuerdo mis tiempos como lector de editoriales (por si alguien lo duda, el lector se limita a leer críticamente los manuscritos que le pasan los editores, y a elaborar informes de cara a su posible publicación); pues bien, si algo me fascinaba de los sudamericanos era su exuberancia, su creatividad verbal, su dominio mayúsculo del castellano; sin embargo, así me parecía entonces, fallaban clamorosamente al diseñar las intrigas.

Ésta es una buena oportunidad para hacer una aproximación literaria al subcontinente hermano, y para comprobar si por fin existe o no un relevo generacional y un nuevo boom, o se trata más bien de una estrategia comercial, pues los booms, no hay que olvidarlo, rebrotan siempre que las editoriales están deseosas de nuevas firmas para relevar a las clásicas. Pero, sobre todo, hay que proclamarlo en voz alta, la Feria del Libro de Madrid supone, un año más (¡y van 67!), el triunfo y la fiesta de un sector entrañable, el del libro, que parece resistirse a la jubilación en beneficio de los soportes técnicos digitales.

Y, por último, las firmas de los autores, como no. Las colas de fans que reciben en loor de multitud a las glorias mediáticas y a los autores de éxito, las casetas semivacías que cobijan a las "nuevas esperanzas blancas" que no acaban de despegar, y, en definitiva, la gran mayoría de autores que firman, como mucho, tantos libros como los dedos de una mano. Lo normal es que la firma de un autor se prolongue durante una hora (una hora que es, a la vez ilusión, gratitud y tortura), pues, al cabo de la hora, si la caseta es de relumbrón, hay que dejar paso al siguiente. El resultado es vistoso, llama la atención de los medios y los libros se erigen en protagonistas. Lo cual no es poco. La posibilidad de abrir un libro puede ser el principio de una gran amistad.

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