La Presidenta de Madrid se cree con argumentos para venir a Andalucía a hablarnos de caciques y ciudadanos de segunda, que - así lo entiendo yo- se dejan manipular. Cree el ladrón?, porque Esperanza Aguirre es quien ejerce un poder abusivo, caciquil. Las Leyes estatales y autonómicas garantizan el derecho a la igualdad, sin discriminación de género, raza, religión o condición social. Por ello, es justo que haya muchos ojos pendientes de la libertad en el País Vasco o de los derechos lingüísticos en Cataluña, pero a pocos alarma el secuestro de derechos sociales en la Comunidad de Madrid. En este caso, la indefensión ante el "aparato institucional" es clara y se imponen acciones rápidas del Defensor del Pueblo o de órganos jurídicos superiores.
El gobierno de Madrid ayuda a su gusto a las víctimas del terrorismo; ha negado en urgencias a las adolescentes la píldora del día después; ha acosado a las clínicas que practicaban legalmente interrupciones voluntarias de embarazo; le niega la tarjera de salud a una transexual que tiene reconocida su nueva identidad; ha entorpecido la Educación para la Ciudadanía; procesó a un médico de urgencias por presuntas prácticas de eutanasia, nunca probadas; o ha boicoteado la Ley Anti-Tabaco. Son casos, entre muchos otros, que no tienen que ver con la eficacia en la gestión sino con el empeño totalitario de aplicar a la sociedad la propia ideología. La vencedora del pulso con Gallardón tiene este perfil. Y con este PP, que para muchos, sigue ofendiendo a Andalucía, concurre a las elecciones Soledad Becerril, y este, lo quiera o no, es ahora su retrato.
Inés Alba es periodista
