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Caridad con cita previa

Cáritas parroquial de Jesús Obrero, desbordada por el aluvión de demanda.

el 12 oct 2010 / 17:56 h.

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Vecinos de Nervión colaboran en esta tienda montada por Cáritas.

Todos los martes, antes del amanecer, decenas de personas necesitadas se arraciman en una cola a las puertas de la parroquia de Jesús Obrero, en el Polígono Sur. Cada una de ellas arrastra la losa de una necesidad acuciante: una amenaza de desahucio por el impago de dos meses de hipoteca, la búsqueda de una ayuda económica para el material escolar de los niños, una lavadora rota o un salidero de agua en casa sin medios para hacer frente a una reparación... Desbordada por la creciente demanda asistencial, Cáritas se ha visto obligada a implantar un sistema de cita previa para atender a las familias con requerimientos de ayuda urgente.

Las personas que el martes consiguen número son recibidas durante miércoles y jueves por los equipos de voluntarios de Cáritas, auxiliados estrechamente por miembros de las hermandades y cofradías de Sevilla que arriman el hombro a través del llamado Proyecto Fraternitas. "La situación es extrema", refieren los voluntarios. La crisis también ha hecho mella en esta zona históricamente deprimida, arrastrando a la cola de Cáritas a personas que antes de la recesión sobrevivían gracias a colocaciones precarias y trabajos de servicios.

Con un presupuesto anual que oscila entre los 40.000 y los 50.000 euros, los voluntarios de Cáritas hacen milagros de ingeniería económica para estirar los recursos y cubrir los casos más acuciantes. "Lo que de verdad hacemos es parchear. No podemos solucionar las cosas ni sacar a la gente de la pobreza, simplemente tapar agujeros. Hay veces que te vas de aquí con auténtico dolor de corazón...".

La crisis ha devuelto a las calles escenas que ya se creían perdidas en la cola de Cáritas. De nuevo se vuelven a entregar "bolsas de comida", en colaboración con la hermandad de la Santa Caridad y la cofradía de La Paz. "En Cáritas siempre hemos apostado por una labor de promoción de la persona para que aprenda a valerse por ella misma, pero la crítica situación actual nos está obligando a volver al asistencialismo". Y eso que la parroquia de Jesús Obrero es "como Los Remedios del Polígono Sur". "La realidad de las Vegas es mucho más dramática", subrayan.

La situación se vuelve aún más desesperada por la escasez de fondos de la Administración. La mayoría de los que llaman a la puerta de Cáritas vienen rebotados del centro cívico El Esqueleto, donde la unidad de trabajo social del Ayuntamiento, ante la falta de fondos económicos, redirecciona los casos a la parroquia de Jesús Obrero. "Siempre sucede lo mismo. En octubre se acaban los fondos de los servicios sociales y ya hasta abril. Y todo ello porque la Administración o no da abasto o no se programa bien".

Desde Cáritas se recuerda que es la Administración la que tiene la obligación de atender a estas personas, y no la Iglesia, cuyas atenciones y servicios cuentan con el sustento del "dinero que los fieles echan en los cepillos cada domingo". "Hay una serie de necesidades que no están siendo atendidas por la Administración, lo que nos repercute directamente a nosotros, que estamos absolutamente desbordados. Pedimos a la Junta, al Ayuntamiento, al Comisionado para el Polígono Sur, o a quien corresponda, que asuma su labor. Hace años, Cáritas incluso adelantaba dinero a los servicios sociales que después, cuando se proveían de fondos, nos reintegraban. Ahora ya nos hemos opuesto. Cáritas no es un banco".

A la cola que los martes se forma a las puertas de la parroquia de Jesús Obrero en busca del abrigo de la Iglesia se han sumado "nuevos usuarios". Nuevas formas de pobreza personificadas en "empleadas de hogar, albañiles, vigilantes de noche y reponedores de almacenes", entre otros perfiles, que han sido los primeros en caer en el pozo del desempleo y que ahora carecen de recursos para hacer frente "al alquiler o a la hipoteca, o al préstamos para los muebles en el que se habían metido". "La mayoría de ellos no estaban dados de alta en la seguridad social, por lo que ahora no tienen ni paro". Antes de la crisis, Cáritas disponía de talleres becados donde "recolocar" a estas personas, caso del proyecto de lavandería puesto en marcha en el polígono Navisa. Ahora, esos talleres ya se encuentran "saturados".

A pesar de las adversidades, en tiempos de crisis Cáritas duplica sus esfuerzos ampliando los días de atención a los necesitados, apostando por la continuidad de iniciativas como la tienda de ropa -donde cada año se forman seis mujeres jóvenes con niños pequeños para luego dar el salto al mercado laboral y donde es posible comprar tres chalecos usados a un euro- y poniendo en marcha proyectos como el taller de farmacología, donde un equipo sanitario orienta a los pacientes.

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