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Chinatown está en Pickman

Hasta 13 negocios orientales se agolpan en la avenida.

el 19 feb 2011 / 20:16 h.

En Marqués de Pickman hay, al menos, dos bares, dos tiendas de ropa, un bazar, un locutorio, un supermercado, una peluquería... Así hasta 13 negocios, todos regentados por chinos. Ante tal concentración, sólo queda preguntarse por qué. Ellos dicen que a los primeros les fue bien y el efecto llamada ha surtido efecto. Y afirman que el fracaso no les amedrenta: "Si no funciona, nos vamos a otro sitio". Y vuelta a empezar.

Xiao Li Lin, de 35 años, empezó hace cinco, cuando llegó a España. Trabajó en el Polígono Aeropuerto y ahora está en la peluquería Yatelan de Marqués de Pickman. Nada apunta a que el negocio es oriental... excepto el fluorescente con su nombre, traducido al chino. Xiao Li Lin entiende el español a duras penas. Admite que trabaja mucho, que abren 12 horas al día y que con la crisis han bajado los ingresos, "pero estamos bien". Por sus manos pasan cabezas chinas y del barrio, "de todas partes", aunque su peluquería, como la mayoría de los negocios chinos, no está asociada con los comerciantes españoles.

Es la eterna queja. Eustaquio Piñar regenta desde hace 13 años un negocio de textiles, Confecciones Piñar. Sus palabras rezuman pesimismo cuando se le pregunta por el negocio. A la invasión por capítulos de los comercios asiáticos se unió la crisis, una combinación letal para muchos comercios de la zona. "La gente tiene menos dinero y se va a la ropa más barata... hasta que se dan cuenta de que es de mala calidad". Pero hasta que ese momento llega, algunos se quedan por el camino: "Muchos comercios están cerrando, los chinos se están apropiando de una zona buena".

Otra cuestión polémica es el carácter. Piñar se queja de que no se integran, de que han intentado que se asocien pero se niegan y de que algunos de sus negocios son por y para ellos. "Todos los chinos son iguales", sentencia.
Aunque todos, todos... Luis tiene 24 años y lleva once, casi la mitad de su vida, en España. Trabaja con su hermana en Ansa, una tienda de moda joven en un local bastante amplio con las paredes forradas de papel. Luis tiene la cara redonda y los ojos más rasgados de lo normal. "¿Que por qué estamos todos en esta calle? Porque somos así, cuando uno abre, todos abren en el mismo sitio". ¿Y la crisis? "Se nota mucho. Pero si nos va mal, a otra cosa".

La capacidad de recuperación, de sacarse de la manga un negocio nuevo cuando el anterior se ha hundido, es uno de los signos que los caracterizan. Luis, por ahora, no tiene pensado cambiar ni de tienda ni de ciudad. "Toda la gente se porta bien. En Sevilla hay más libertad que en China y la gente es más simpática". Quizá a lo que Luis se refiere, a la falta de libertad en China, pasa desapercibido para los locales, que focalizan el asunto de los ciudadanos chinos en la expansión de sus negocios.

Considera que los españoles, cada vez con más empresas implantadas, también sacan su tajada de una China a la que Luis no se plantea volver, más allá de algunas vacaciones. Se ha adaptado a la vida en España y también a las costumbres locales. "Los chinos son más trabajadores, pero yo abro ocho horas, como los españoles, que yo también quiero salir", cuenta. "Los chinos no saben vivir".

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