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Ciberpiratas en la Alfalfa

El wifi de los vecinos se adelanta al del Ayuntamiento. La Plaza de la Pescadería se llena cada tarde de portátiles en busca de conexión gratis a internet. (Foto: Javier Cuesta)

el 14 sep 2009 / 23:23 h.

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Kelly reserva sus billetes de avión para ir a Barcelona apoyada en una de las esculturas de Baltasar Lobo, en la plaza de la Pescadería. Esta estudiante norteamericana de 20 años y afincada en Sevilla suele conectarse a internet cada tarde nada más salir de clases en la escuela de idiomas que hay en la Cuesta del Rosario.

Lleva tan sólo dos semanas en la capital y ya ha localizado el sitio exacto desde donde puede navegar por internet. Y es que a la espera de que el Ayuntamiento ponga en marcha su espacio wifi en la Plaza del Pan, los más avispados se enchufan al de los vecinos.

"No sé quién lo ha puesto, pero me viene muy bien. No imaginaba que Sevilla fuera tan vanguardista y moderna. Estas plazas tienen... ¿cómo se dice? Mucho encanto, con las esculturas y el wifi", afirma Kelly. Ella y otros tantos sevillanos se enganchan a diario a la banda ancha en plena calle.

En su mayoría, son estudiantes los que cada tarde se pueden ver tecleando en sus portátiles sobre los bancos de madera a los pies del monumento a Clara Campoamor. Aunque tampoco falta algún que otro empresario autónomo que aprovecha el paseo de sus hijos para echar algunas horas extra. Es el caso de Rosi. Es la responsable de una tienda de cosméticos y, gracias al wifi "de no sé quién" -matiza- puede disfrutar más de sus hijos: Pablo e Irene, de seis y cuatro años respectivamente.

"Vivo en la calle Muñoz y Pavón, muy cerca de la plaza de la Alfalfa. Mientras ellos [por sus hijos] juegan un rato, puedo seguir cerrando pedidos y organizar la venta. El Ayuntamiento debería ponerlo por todo el Centro. Creo que sería una inversión muy rentable y cómoda, sobre todo, para las mujeres trabajadoras", confiesa Rosi, que asegura que, a veces, coincide con otros sevillanos que saben de "este secreto a voces entre los vecinos".

Y entre estos curritos a destajo, no faltan los artistas bohemios que más que wifi, buscan su musa. Sentada sobre los modernos bancos de madera, Rocío, aprovecha las pocas horas libres que le deja su trabajo tras la barra de la taberna Coloniales para esbozar, a carboncillo y en una servilleta, el entorno peatonal que alcanza su vista. "Esto es precioso. Una postal inimitable. La gente viene a trabajar con sus ordenadores y los artistas, como yo, pirateamos el arte que hay en Sevilla", argumenta.

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