Usuario soy del carril-bici, uno de los 50.000 que dicen que hay, que ya son, y compruebo cómo está cambiando su uso: estamos pasando de ser ciclistas a ser conductores de bicicletas. Para el ciclista la cosa no se queda en usar uno u otro vehículo, sino que tiene otra visión de la ciudad y del mundo. Elige su vehículo como una opción ideológica, una filosofía, y pretende ser coherente con ella. Va en bici, y va tranquilo y relajado, disfrutando, demostrando algo. El conductor de bicicleta es otra cosa, es el que tiene que ir a un sitio y aprovecha la bici como un vehículo. Tiene prisa y corre -a lo mejor tiene que aprovechar la primera media hora de gañote del Sevici-. Se pone nervioso, toca el timbre, adelanta. Increpa a los que pisan el carril, sea un señor en silla de ruedas o un turista arrastrando maletón. Suda. Resopla. Se estresa. Tiene que pillar la salida del colegio y la entrada en el trabajo. Como el que va en coche, pero en bici. Como locos.
Algo malo tiene nuestra vida urbana cuando convierte a todo el mundo en conductores, en el peor sentido de la palabra. Que vuelvan los ciclistas, por favor; y que los automovilistas aprendan a conducir como ellos. Que haya menos coches, y más tranquilidad. Que los desplazamientos se disfruten. Que se amplíe el tiempo de gorra de las bicis de alquiler. Por favor.
Catedrático de Derecho del Trabajo:
miguelrpr@ono.com
