Local

Colón, de huevo a palomar

El monumento de San Jerónimo se ha convertido en refugio de aves gracias a los huecos dejados por las placas de bronce robadas hace dos años y que el Consistorio sigue sin restaurar. Mientras, la obra se ‘barniza’ de excrementos y óxido

el 25 ago 2014 / 12:00 h.

TAGS:

600_Imagen huevo1 Más de dos años y medio lleva esperando el barrio de San Jerónimo a que el Ayuntamiento cumpla el anuncio que hizo en enero de 2012 de restaurar el monumento escultórico denominado El nacimiento del nuevo hombre, conocido popularmente como el huevo de Colón. La pieza fue vallada en aquellos meses por la Gerencia de Urbanismo para detener los continuos robos que estaba sufriendo y que habían acabado desmantelado buena parte de la capa metálica interna de la zona baja de la obra, dejando al descubierto el esqueleto de la estatua. Después de 30 meses, las palomas han colonizado estos huecos en la estructura del descubridor, convirtiéndola en un improvisado refugio para aves. Las consecuencias más inmediatas, al margen de la antiestética ausencia de las placas robadas, se pueden divisar sobre la superficie del busto. Una blanquecina lámina de excrementos barniza buena parte de este enorme regalo en bronce que el Consistorio de Moscú hizo a la ciudad de Sevilla después de la Exposición Universal de 1992, ensañándose con los relieves y zonas más sobresalientes, como las reproduc- ciones de las carabelas. Pero los daños a esta singular reproducción del almirante no se quedan ahí. Durante dos años y medio, la lluvia se ha estado colando en la parte baja de la escultura, debido a la falta de las placas sustraídas, lo que ha dejado una evidente huella de óxido en los bajos del huevo, que envuelve al navegante genovés. Cabe recordar que este enorme armazón está compuesto por una capa principal de acero y otra auxiliar forrada de una chapa de cobre. Este periódico ha contactado con el Ayuntamiento para conocer si tiene intención de cumplir en este mandato la prometida restauración, pero no ha obtenido respuesta alguna. Mientras, el deterioro continúa avanzando sobre este presente del escultor ruso-georgiano Zurab Tsereteli, de 450 toneladas de peso y una altura de unos 40 metros, por 23 de diámetro. Esta escultura, pese a su imponente majestuosidad, no ha tenido demasiada suerte ni atención por parte de las autoridades desde que fue instalada en la capital hispalense. En 1998, tres años después de su inauguración, ya hubo que restaurar el conjunto debido a los hurtos de piezas metal. Más recientemente, en enero de 2012, la Asociación de Vecinos San Jerónimo-Alamillo volvía a denunciar nuevos robos para la venta de chatarra. Urbanismo respondía anunciando la instalación de una valla de protección en el interior de la escultura, para evitar actos vandálicos, precisando que se trataba de una «medida provisional» hasta que se acometiera la próxima reparación del monumento, de la que aún no se sabe nada. El Consistorio reconocía que tomaba esta decisión ante la proliferación de actos vandálicos en el parque de San Jerónimo. Y eso que llegar a la estatua, antes de la colocación de esta reja, no era tarea fácil. Para alcanzar la zona afectada había que cruzar la fuente que rodea la obra y saltar al interior del conjunto. El cerramiento de la abertura exterior que el monumento presentaba surtió efecto. Según comentaba un miembro de la asociación de vecinos a este periódico, «no han vuelto a llevarse piezas, pero tampoco se ha rehabilitado el conjunto». Pero al margen del estado de conservación de El nacimiento del nuevo hombre, la escultura pasa desapercibida en la ciudad, habiendo despertado más interés en los vendedores de chatarra que en los promotores turísticos, un sector que ha optado por ignorar la obra de Zurab Tsereteli, desdeñando su valor artístico y el indiscutible impacto que causa en el público que la descubre. Los que llegan, porque encontrarla es difícil. La pieza carece de cualquier tipo de elemento señalístico o explicativo que justifique su presencia en el parque de San Jerónimo.Las rutas turísticas de la ciudad tampoco reparan en ella, quizá debido a su poco céntrica ubicación. El enclave lo escogió el Ayuntamiento tras la Expo. Quería poner en valor una nueva zona verde, de unos 148.000 metros cuadrados, unos terrenos que habían servido de vivero para la muestra universal. Ya entonces se debatió sobre si el lugar elegido no era quizá el más idóneo para lucir tamaña escultura, si bien nadie reparó en que el principal problema sería la falta de vigilancia, que ha derivado en la proliferaran los robos. La escultura representa a Colón desplegando un pergamino con un mapa y las tres embarcaciones (Santa María, Pinta y Niña) navegado sobre él en relieve. Su exterior recrea el célebre huevo. Mientras en Sevilla esta obra sigue esperando una restauración integral, en el otro extremo del Atlántico, como ya informó este periódico, se está montando una estatua del mismo autor, también dedicada a Colón, que duplicará en altura a la Estatua de la Libertad de Nueva York. El monumento se erige en la localidad de Arecibo, en un lugar eminentemente visible, frente a la playa Caracoles de este municipio. Son más de 2.000 piezas realizadas en bronce por Zurab Tsereteli, que deben ser ensambladas para conformar un conjunto que incluye una gran talla del descubridor, subido en una embarcación y rodeado por las velas de las tres carabelas, realizadas en cobre.

  • 1