-El orden y la organización son las claves del negocio de la logística. ¿Es usted cuadriculado?
-Mi mesa lo dice todo, soy muy disciplinado para el orden.
-¿Por qué Lamaignere?
-Era el apellido de sus fundadores. La empresa se creó en 1908 en Alicante y cuando nosotros la compramos, en 1993, eran ya muchos años en el mercado, de ahí que conserváramos el nombre.
-¿Qué ramas trabaja el grupo?
-Todas las relacionadas con la logística y el comercio exterior, y caben desde la consigna de buques hasta la carga aérea, pasando por la estiba y desestiba, los almacenes o las aduanas. En el sector seguros, tenemos una correduría, filial de una firma inglesa, que es Howden Iberia.
-¿Qué es lo más raro que Lamaignere ha enviado al exterior?
-Más que productos raros, nos hemos encontrado con situaciones atípicas. Por ejemplo, aceitunas de mesa en avión para un show en Florida, EEUU, pues a través de otro medio de transporte no llegaban a tiempo. El envío era tan anormal que incluso tuvimos problemas en la aduana, donde nos preguntaron de qué estaban rellenas las aceitunas para que fueran enviadas por carga aérea. Era pimiento.
-¿Dónde radican los fracasos de las pymes al exportar?
-A la hora de exportar a cualquier país, no es tanta la dificultad como el desconocimiento de la cuestión aduanera. Para evitar sorpresas, lo primero es asesorarse, un servicio que nosotros damos, porque la casuística es muy amplia, que la entrada de tu producto esté restringida, requiere costes no previstos en aranceles... Al importar ocurre igual, pues la mercancía, por ejemplo patatas, puede estar sembrada en una tierra no autorizada en España o se exige que el palé esté fumigado. Después hay que analizar la operativa de acuerdo con las particularidades de la mercancía, y que incluyen el medio de transporte, el embalaje... El fracaso de muchas pymes al exportar está en que se aventuran sin realizar esos pasos previos. Un cliente decía que sus pastelitos artesanos eran los mejores, pero si quería exportarlos a Oriente, o le echaba conservantes y dejaban de ser tan artesanos, o eran ladrillos al llegar a su destino.
-¿En cuántos países trabaja Lamaignere?
-En todos los que usted se pueda imaginar.
-¿Qué tipo de envío es el más complejo?
-Sin duda, el aeronáutico, sector en el que tenemos mucha experiencia. Y lo es por el alto valor de la mercancía [piezas de componentes de aviones], por la cantidad tan alta de referencias que se manejan, la urgencia del cliente, la confidencialidad exigida
-Desde esa experiencia, ¿cómo se percibe la evolución del sector aeronáutico andaluz?
-Se trata de una industria de futuro y, de hecho, en Lamaignere hay dos filiales específicas, con más de 40 trabajadores en Andalucía y Madrid. Eso sí, requiere una apuesta a largo plazo pero los grandes programas aeronáuticos [A350 o el A400M], ya se están traduciendo en un incremento de los movimientos [envíos].
-¿Existe un producto estrella en Lamaignere?
-No. La empresa está muy diversificada.
-¿Qué contratiempos afloran en el negocio logístico?
-En Sevilla, y en lo que respecta al transporte aéreo, la intrusión de las aerolíneas de bajo coste, que no admiten carga de mercancías, en sustitución de las tradicionales te cierra salidas y al final hace que te quedes en manos de las grandes multinacionales, como DHL o TNT, que tienen aviones propios, y conformarte con los pocos de Iberia y otras compañías. Bueno para al turismo, malo para la industria.
-El ex presidente de Renault España Juan Antonio Fernández Sevilla aseguraba hace un par de años en Sevilla que en su empresa ya no eran tan preocupantes los costes laborales como el de la logística...
-La logística es la parte fundamental para muchas empresas, en especial aquellas que, como la automovilística, tienen una competencia fuerte. Casos de éxito como Inditex, en textil, o Mercadona, en la distribución comercial, tampoco se explican si no es por la estrategia logística.
-¿Qué responde usted a la crisis económica?
-Que a mí no me ha cambiado el modelo de negocio. Siempre se va a producir y a consumir a miles de kilómetros de distancia. Pero, además, es el mercado el que fija los precios al consumidor final, difícilmente un litro de aceite valdrá dos euros más caro que otro. Competir en precios así es una muerte a pellizcos. Quien quiera ser el más barato del barrio tiene los días contados, hay que ofrecer servicio, mientras que la competitividad de una empresa se mide cada día más por sus costes. Esto, traducido a coches, era lo que decía el ex presidente de Renault. La logística es vital para convertir en variables los costes fijos, tanto tengo, tanto pago, y no pagar el 100% por un almacén sólo ocupado al 25% y encima hipotecado.
-La ampliación del Puerto de Sevilla, ¿Cómo va a beneficiar a Lamaignere?
-Si hay más empresas importadoras o exportadoras que se instalan en la zona al mejorar las infraestructuras, más movimientos tendremos nosotros. Si se permiten barcos de mayor calado y capacidad de carga, menos hay que fletar, los costes unitarios se reducen y las empresas, incluida Lamaignere, ganan en competitividad. Nuestras instalaciones portuarias se ubican en Bilbao, Valencia, Barcelona, Sevilla, Algeciras y Cádiz, desde los que abordamos tanto el transporte nacional como internacional.
-En estos tiempos difíciles, ¿Lamaignare va a acometer inversiones?
-Cautela. Cuando se vean signos de recuperación tangentes, ya veremos.
-¿Cuáles son los grandes números de Lamaignere?
-Nuestras cinco sociedades relacionadas con la logística suman 14 millones de euros en facturación anual y 90 empleos directos.
-¿Qué le aporta a usted el apellido Herrero [su padre es presdidente de la Cámara de Comercio de Sevilla y su tío, de la patronal andaluza CEA]?
-Nunca me lo he preguntado. Más que aportar, creo que te exige responsabilidad y disciplina.
