Local

"Con la misma exactitud que se hace la Feria, que se organicen otras cosas"

Catedrática de Bioquímica. De discurso fluido y políticamente incorrecto, Elisabeth Pintado defiende una Sevilla "más moderna". "Se lo merece por historia", afirma.

el 09 jul 2011 / 17:53 h.

TAGS:

Elisabeth Pintado en la plaza del Duque, epicentro de la ciudad "cosmopolita" con la que sueña esta catedrática de Bioquímica.

Elisabeth Pintado (1951, Peñarroya-Pueblonuevo,(Córdoba) no responde al estereotipo del médico por vocación o por tradición familiar. A esta catedrática de Bioquímica (a la que sentaron en sus años de estudiante en un Tribunal de Orden Público con otros siete compañeros) le gustaban las matemáticas y la física. Sin embargo, un fuerte "sentimiento social" hizo que terminara siendo una de las más reconocidas expertas en el síndrome del X-frágil, la causa de retraso mental hereditario más frecuente. Pese a todo, Elisabeth ha visto cumplido su sueño: sus dos hijas estudiaron Matemáticas.

-¿Se puede investigar en Sevilla?
-En general, España, y en particular Sevilla, no está especialmente mal en el campo de la investigación biomédica, ya que se han abierto institutos con un nivel de calidad bueno. Pero siempre que comparemos a Sevilla consigo misma hace algunos años. Si la comparamos con otros ambientes universitarios médicos, está muy por debajo de la media.

-¿Estos institutos silencian otro tipo de investigaciones?
-Los que no estamos en estos institutos nos quejamos de que la financiación se centra demasiado en ellos. No es una mala política, pero debería haber muchos más.

-¿Qué opciones serían las mejores para que hubiera un mejor reparto de la financiación?
-Debería hacerse un estudio minucioso del dinero del que se dispone y pensar muy bien las inversiones. Se ha dado a veces demasiado dinero a programas que después no han sido tan rentables.

-No obstante, con esta política el sistema sanitario público está siendo muy competitivo. Hace tan sólo unos días conocíamos la operación intrauterina de un feto con espina bífida.
-Esa operación no es fruto de una investigación, es más bien una puesta a punto de técnicas. Tiene mucho valor, ojo, pero no es algo que hayamos inventado nosotros y que hayamos patentado. Estos casos tan mediáticos no llevan asociados por lo general una investigación novedosa.

-Esas investigaciones de las que habla suelen surgir de la simbiosis entre la Universidad y el sistema sanitario. ¿De qué salud goza esta relación?
-Creo que no es todo lo fluida que debería ser. En los hospitales debería haber más médicos de base que pertenecieran a la Universidad. La nueva organización de los hospitales se ha hecho al margen de la Universidad y eso genera conflictos a la fuerza.

-Centrándonos en la Universidad y en la evaluación de los profesores. Siempre que se habla de ello, la pregunta es: ¿pero me tocan el sueldo? Usted que ha estado en EEUU, Inglaterra, Francia... ¿cómo lo hacen allí?
-El sistema es tan diferente... Hay escalas y, cada una de ellas es muy individual. Se mira el currículum del profesor, se le pregunta cuánto quiere cobrar, se le examina y se le da un sueldo diferente al de sus compañeros. Eso aquí es impensable.

-¿Por qué?
-Sería hasta peligroso. Aquí existe más amiguismo. ¡Si yo he visto en las puertas del hospital pancartas en las que se pedía el reparto equitativo de la productividad! Eso es una contradicción. La competitividad es buena.

-¿Cómo valora los campus de excelencia?
-(Silencio) Volviendo a EEUU, allí podría decirse que hay una universidad en cada pueblucho. Pero, obviamente, no son todas lo mismo. La diferencia entre universidades sería magnífica pero por lo que estoy viendo, de momento, no parece que se esté haciendo mucho. Soy muy escéptica. Ya se ha visto con las acreditaciones. En teoría, una vez conseguida se decía que sería la Universidad la que haría su selección... Todo lo contrario. No hay competencia.

-¿Por miedo a las presiones?
-Pues quizás. Ahora somos más jefes que indios. De hecho, el ministerio está pensándose la posibilidad de hacer hasta tres categorías de catedráticos. Como ya nos hemos hecho todos catedráticos, pues ahora hay que diferenciarnos (ríe). Pese a todo, la Universidad de ahora es mejor que la de antes.

-Usted es de Iniciativa Sevilla Abierta (ISA), que ha defendido proyectos como el de la biblioteca del Prado. La justicia la ha descartado. ¿Cuál es su sensación?
-Es una pena, una gran pérdida. El proyecto me parecía precioso. Y que conste que me parece fenomenal la zona verde. Pero el edificio no molestaba estéticamente a nadie.

-Y este debate se solapa con el de dónde colocar una estatua al Papa Juan Pablo II.
-Sevilla es una ciudad muy cerrada, muy clásica, excesivamente clásica. Lo clásico hay que conservarlo pero con la misma fuerza hay que reivindicar lo nuevo. En algunos aspectos, Sevilla es un poco cateta.

-Entonces...
-Los champiñones.

-Pues sí.
-Tengo que decir que me encantan. Me parece una burrada lo que han costado. Pero una cosa es la gestión del proyecto y otra el proyecto en sí.

-¿Qué echa en falta en el discurso de Sevilla?
-Mucha más modernidad. Con la misma exactitud con la que se organizan la Semana Santa y la Feria, que hay que hacerlas, que se hagan otras cosas: festivales de cine, arte contemporáneo...

-¿Qué une a los socios de ISA?
-Queremos hacer una ciudad más abierta, más cosmopolita. Que no se mire al ombligo permanentemente. Eso de que en Sevilla se vive de maravilla... Si fuera así, ¿por qué somos una de las zonas donde más tranquilizantes se consumen?

-Sevilla acaba de vivir un cambio en el gobierno municipal y éste anuncia modificaciones sobre lo que ya está hecho, como es el caso del Plan Centro. ¿Cree que debería haber políticas que no quedaran al albur del gobierno de turno?
-Totalmente. Y que conste que soy de las que cree que en Andalucía, después de tantos años de gobierno socialista, es absolutamente necesario un cambio de gobierno por higiene democrática. Pero me asustaron las primeras palabras del alcalde, que dijo que quitaría las farolas y los bancos nuevos del Centro porque eran demasiado modernos. ¡Dios mío! Lo que hay que ver es cómo se gestiona el dinero. La gente está contenta con las cosas que se han hecho.

-Pero ha castigado en las urnas a quien hizo esos cambios. ¿El sevillano vive en permanente estado de cabreo?
-Bueno, yo creo que ese mensaje de que los votos no son inamovibles es bueno. Se protesta mucho siempre pero yo recuerdo cómo se quejaron los comerciantes de la calle Tetuán y, fíjese ahora, la milla de oro.

  • 1