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Conocimiento, actitud y motivación en la educación

La Universidad, sin duda, ha sufrido transformaciones. No tantas como habría sido deseable. Uno de los problemas radica en no entender que el alumno al que se enfrenta el docente no es el alumno del siglo XIX y, ni siquiera, del siglo XX. Es un alumno distinto y diferente...

el 15 sep 2009 / 21:59 h.

La Universidad, sin duda, ha sufrido transformaciones. No tantas como habría sido deseable. Uno de los problemas radica en no entender que el alumno al que se enfrenta el docente no es el alumno del siglo XIX y, ni siquiera, del siglo XX. Es un alumno distinto y diferente.

La digitalización está provocando un cambio brusco y acelerado en el cerebro de nuestros alumnos y en sus formas de enfrentarse a la nueva sociedad. El profesor del siglo XXI se encuentra, aparentemente, con alumnos similares a los de siempre, pero no esperará de éstos la siguiente pregunta: ¿Por qué se cree usted que sabe más que Google? Todo lo que nos ha ido contando lo encuentro en cualquier buscador, que además dice más cosas de las que usted ha dicho.

Esa nueva realidad está generando una nueva forma de entender, de comprender, de aprender, de enfrentarse al mundo por parte de nuestros alumnos, que es necesario que los educadores, a todos los niveles, descubramos y explotemos. Desgraciadamente, cada vez que defiendo esta tesis, muchos se fijan en el cacharro, en el ordenador, al estilo de lo que ocurría cuando se inventó la TV, que mucha gente solo veía el aparato que tenía en su comedor, sin darse cuenta de que lo importante no era el aparato, el cacharro, sino lo que esa nueva tecnología significaba para el cambio cultural y de mentalidad de la gente.

Ignorar esta nueva realidad nos lleva al fracaso. Observen las medidas que los distintos gobiernos del mundo, y de España, están adoptando para hacer frente a la crisis en la que vivimos. Para mí, la crisis actual no consiste más que en la incapacidad de saber enfrentarse a la nueva economía y a los retos de la nueva sociedad virtual y global. Inyectando dinero a los bancos, a las constructoras, a los fabricantes de automóviles o a los editores de prensa no se va a salir de esta crisis.

Se podrá mejorar el sistema financiero pero no se abordarán los retos de una nueva sociedad que se está formando delante de nuestras narices, sin que parezca que la realidad virtual es más realidad que la física. Las medidas que se están tomando a nivel regional, nacional, europeo y mundial, son medidas que podían haberse tomado, de igual forma, hace 25 años. Y no es posible creer que, las medidas que se podían haber tomado hace un cuarto de siglo, sean la receta más eficaz para solucionar la crisis de una sociedad de hoy que se parece bien poco a la de los años 70 y 80.

Hace días, leí la opinión de un profesor universitario respecto al nivel de preparación que traen los alumnos que llegan a la Universidad. Su opinión, coincidente con la de otros colegas, y con el tópico que se ha instalado en la sociedad, es que los alumnos vienen peor preparados que antes. Mis preguntas son: ¿Peor preparados para qué? ¿Peor preparados en conocimientos o en actitudes? La selectividad que sufren nuestros alumnos se basa en evaluar sus conocimientos, pero no la actitud y la motivación que les mueven a hacer lo que hacen y a estudiar lo que estudian. Escuché un día en mi despacho a un joven estudiante que me dijo: "A mí lo que de verdad me apasiona es la ganadería, pero como dicen que la mejor salida es la medicina, pues renuncio a mi pasión y la cambio por la salida profesional."

Muy probablemente los profesores ¿tendrán? ¿tendremos? que enseñar a buscar, a discriminar y evaluar las fuentes de información, a saber interpretar y dialogar con nuevas culturas y descubrir los puntos de encuentro y las diferencias que nos separan. Algunos profesores no tienen aversión a internet por dificultades de manejo, sino porque internet transmite más información que ellos. Si la autoridad docente se basa en el conocimiento y una máquina acumula más información, se pierde el respeto en beneficio de la máquina. Lo que no sabe internet es generar conocimiento a partir de esa información. Ésa es la función del educador: enseñar a transformar la información en conocimiento; enseñar a pescar a los alumnos en el océano de internet. ¿Qué tiene nuestro sistema educativo que anula la imaginación de los niños y los jóvenes y los hace seres pasivos que pierden su capacidad de iniciativa?

La inmensa mayoría de los universitarios termina sus estudios con una actitud incomprensible, desde el punto de vista de la nueva sociedad. No se puede salir de la universidad exigiendo: Ya me he licenciado, ¿cómo me va a resolver la sociedad el problema de mi vida? Como tengo un papel que me ha dado una Universidad que me habilita como profesional, yo exijo que me den un trabajo en esa área, cerca de mi casa, con estabilidad total y con sueldo suficiente para comprarme un adosado con 27 años.

El universitario no puede limitarse a cambiar fuerza de trabajo manual por capacidad intelectual y preguntar: Aquí está mi cerebro, ¿quién me contrata? Lo lógico sería que la persona preparada académicamente no pidiera, sino que ofreciera. Que ofreciera su capacidad de contribuir a una economía más competitiva y productiva, que añada valor y genere empleo.

El conocimiento que concede una titulación no es garantía de innovación, que es lo que se necesita en la nueva sociedad. El conocimiento es estándar, se da por supuesto. La primera condición para innovar es la actitud, la motivación, la pasión. Y difícilmente se puede tener una actitud innovadora, motivada, apasionada por algo que te interesa, si la primera opción que estudias no es la que querías, sino la que te interesaba profesionalmente.

jcribarra@oficinaex.es

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