Consolación abre su Año Jubilar

Cientos de personas acuden al acto de inicio del jubileo en honor a la patrona de Utrera por el cincuentenario de su coronación.

consolacion utrera año jubilarEl repique de campanas en el santuario de Consolación anunciaba ayer el importante acontecimiento que se iba a celebrar. Menos de seis años después de que el templo que preside la patrona de Utrera viviese su primer Año Jubilar, ahora acaba de iniciarse un nuevo jubileo en torno a la del barquito en la mano. Cientos de devotos quisieron participar en un acto que presidió el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina. Las primeras miradas se centraron en la puerta de la iglesia. Ante ella, cerrada, se concentraron numerosas personas para ser testigos del momento más simbólico de cuantos se vivieron en la jornada. El hermano mayor de la Hermandad de la Virgen de Consolación, Salvador de Quinta, fue el encargado de leer la carta que en su día se le remitió al Vaticano solicitando dicha concesión, así como la respuesta por parte de la Santa Sede concediendo esta gracia de carácter religioso a Consolación. A continuación, el prelado se situó delante de la puerta y, con su báculo, la golpeó en tres ocasiones, sirviendo de inicio oficial al Año Jubilar. Ya en el interior, la patrona utrerana aguardaba en su camarín. Portaba, entre otros enseres, la corona de oro que el cardenal Bueno Monreal le impuso sobre sus sienes el 1 de mayo de 1964, así como el popular barquito de oro y cristal de roca en su mano derecha. Para tal ocasión, lució la saya blanca conocida como de las palmas, y el manto celeste que estrenara para su festividad (8 de septiembre) en 2007, año en que el santuario celebró el quinto centenario de la llegada de esta imagen a Utrera. Más de una veintena de sacerdotes, diáconos y seminaristas, además de una decena de acólitos, participaron en un pontifical que contó con el acompañamiento musical del coro Auxilium. En su homilía, Asenjo puso en valor la importancia de la figura de la Virgen María, de la que dijo que “no hay ninguna compañía mejor” para este jubileo, ya que “es la luz que alumbra nuestras oscuridades interiores”. “Vayamos con María, la Señora de Consolación, llevándola como estandarte y compañera, como guía de nuestro Año Jubilar”, señaló el prelado hispalense. Juan José Asenjo deseó “que María de Consolación sea el centro de nuestros pensamientos, el norte de nuestros anhelos, el apoyo de nuestras luchas, el bálsamo de nuestros sufrimientos, y la causa redoblada y recrecida de nuestras alegrías”. Asimismo, el arzobispo recordó a los presentes que el Año Jubilar “no tiene como finalidad otorgarle mayor fama a Utrera, ni los intereses turísticos y económicos, ni que la hermandad se destaque y adquiera mayor prestigio. Lo que buscamos es, sobre todo, nuestra conversión, que seamos mejores cristianos, que respondamos a la llamada que nos hace el Señor a través de la Virgen de Consolación, para que entre y viva en nosotros. Si llegan también otros bienes, perfecto, pero esto es lo fundamental”. Además de las palabras de Asenjo, la eucaristía dejó un momento que devolvió a la memoria la imagen de 2007, con aquel primer Año Jubilar. Entonces se empleó una lámpara de aceite como símbolo de dicho acontecimiento, en recuerdo del primer milagro de la Virgen, a raíz del cual su fama se extendió por España y América. También en esta ocasión estuvo presente, siendo encendida por el arzobispo. Autoridades civiles y militares acudieron al pontifical, en el que también estuvieron las distintas cofradías utreranas, así como otras hermandades como la Macarena y la Sed, de Sevilla, con las que guarda una especial vinculación la de Consolación. Todos los presentes recibieron la indulgencia plenaria, de manos del prelado. Otro de los momentos más emotivos de la jornada lo protagonizó Enrique Montoya Candela, quien interpretó, guitarra en mano, una zambra dedicada a la patrona de Utrera, aunque desconocida para la mayoría de las personas. Fue el broche al acto de apertura de un Año Jubilar que vivirá el santuario de Consolación hasta el 8 de diciembre de 2014. A lo largo de estos meses, diferentes actos recordarán el cincuentenario de la coronación canónica de la Virgen, y engrandecerán este nuevo jubileo concedido a la del barquito en la mano.

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