En un banco de la reformada calle San Jacinto, la parte más cercana al cruce con Pagés del Corro, había ayer sentadas cinco personas. Es probable que alguna de ellas llevase todavía en su cartera alguna peseta, pero quién sabe cuánto dinero juntarían entre todas. Estadísticamente cabe hacer un vaticinio: 340 euros, el resultado de multiplicar por cinco los 71,5 euros que los andaluces llevan de media en sus bolsillos; bastante más que la media nacional, que son 50 euros. Esto es lo que dice una empresa de cajeros automáticos, la Wincor Nixdorf. Pero la realidad es una fábrica de matices. Y en materia de dinero no hay medias que valgan. Por lo menos en Triana, que es donde transcurre la acción de este relato. Verá por qué.
Aunque no había hueco ni para un alfiler, a las dos personas que estaban a cada extremo las separaba un abismo. A un lado, Carmen Lara una pensionista de 70 años que vive en López de Gomara. Y al otro, Antonio Macías, un ex militar (fue alférez) de 55 años que vive en la Plaza de Cuba "en un piso de 365 metros cuadrados, que en el año 85 costó 400 millones de pesetas". No fue esto lo que dejó boquiabiertos a los señores que allí estaban sentados, sino que el caballero afirmaba llevar 1.800 euros.
¿En serio? "Todos los días llevo alrededor de 1.500 euros. Si me surge algún negocio, no puedo ir de vacío..." Un hombre que a primera vista no tiene pinta de llevar tal dineral. Seguro que se imagina a alguien enchaquetado y con reloj de un dorado cegador. Pues no. Se trataba de un hombre muy alto, grandote, que vestía unos vaqueros y una camisa blanca a rayas azules, con sus gafas de sol sobre la cabeza, pulsera con la banderita española y en la tesitura de fumarse un puro. Y misterio resuelto. Se dedica a subastar pisos. "Aparte de mi trabajo, me suelo gastar entre 60 y 80 euros diarios. Eso no hay quien me lo quite: mi desayuno por la mañana, y si quedo con algún cliente lo invito a comer. Y comprando es que soy peor que una niña chica. Cada dos por tres estoy en El Corte Inglés. Hoy me he gastado 114 euros."
Alguien tenía que saltar de entre la concurrencia y decirle algo a este señor: "Perdone que le diga, pero ese dineral será habitual por su zona, porque esa cantidad no la lleva la gente normal", decía Carmen, que en ese momento llevaba dos euros encima; su amiga Rosario Villa asentía con la cabeza. Estas dos vecinas, la primera ya se sabe de dónde, y la segunda de El Tardón, suelen llevar 20 euros "para venir a plaza y comprar las cuatro cosillas de comer. No nos gusta llevar mucho dinero encima. Y tampoco usamos tarjetas".
La cosa más cara que recuerda Carmen haber comprado es "una camisa de 15 euros el otro día en el C&A", dice riéndose con su amiga Rosario. ¿Mejor reír que llorar no? "Somos pensionistas, tampoco tenemos de dónde gastar." ¿Adivinan qué es lo último caro que compró el señor Antonio? Un Mercedes SLK, un coche descapotable deportivo, "el capricho del niño" que tiene 23 años, el niño. Algunos ayudan con caprichos a sus hijos "para que no tengan que robar, ni caigan en las drogas"... Y otros les dan un pellizquito de sus pensiones para que puedan pasar el mes "porque ahora los jóvenes tienen una situación de paro..."
Al otro extremo de la calle, donde comienza el Puente de Triana, dos jóvenes madres y amas de casa toman un café en una terraza. Esperanza Fernández, de 34 años, salió por la mañana con 45 euros en el monedero, pero "ahora me pillas con 5 euros nada más" y se echa a carcajadas con Ana Mari Cortés de 43 años. Ambas coinciden en que "vas a comprar cuatro cosas, que no coges ni carrito, y se te van rápidamente los 20 y 30 euros". "Vamos, mañana tengo que volver al súper porque todavía me faltan cosas", le sigue Esperanza. Estas dos vecinas de Triana andaban por allí con sus dos niñas de 5 años cada una, y se ve que hoy día tener hijos, además de una alegría, es un coladero. "En los uniformes de las niñas se nos han ido los 300 euros: el de invierno, el de verano, el chándal y el babi que sólo cuesta 30 euros." Pero, ¿de qué están hechos esos uniformes? "Y Paloma -su hija- tiene a su hermano mellizo", es decir, el doble.
Los veinteañeros también tienen gastillos, como Mayca Acero, de 22 años y estudiante de Publicidad. Vive en el centro en una Residencia Universitaria. "Suelo llevar unos 20 euros para mis gastos del día a día: recarga de bonobús, comprar apuntes en la Facultad." O Daniel Sttopa, de 23 años. Vive en Rochelambert y trabaja como administrativo. Exactamente llevaba 21,36 euros y "no me los he gastado. Lo podía haber hecho en un café, pero me han invitado". Tiene que administrarse bien porque en casa hay que ayudar; el mes pasado se pudo comprar una Nespresso.
Yo soy yo y mis circunstancias, decía Ortega y Gasset, para disgusto de encuestadores y de términos medios, sobre todo en lo que atañe al dinero.
