Cofradías

Cum laude universitario en la cuarta convocatoria

La cruz de guía de los Estudiantes se coloca al salir tras el palio de la Virgen de los Dolores del Cerro, que llegaba rezagado.

el 15 abr 2014 / 19:36 h.

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MÁS FOTOS EN LA FOTOGALERÍA Las puertas del Rectorado se abrieron de par en par espantando los fantasmas de los tres últimos años. El sol entró a raudales en el interior de la antigua Fábrica de Tabacos y la cruz de guía se plantó en el dintel de la puerta justo a su hora, a tiempo para ver pasar a la Virgen de los Dolores del Cerro con los sones de Virgen de los Estudiantes de Abel Moreno. Una estampa nada habitual por la diferencia horaria entre ambas cofradías pero las catenarias habían obligado a bajar la cruz del Cristo del Desamparo y Abandono y esto había entretenido a la cofradía más de lo previsto. El Cristo de la Buena Muerte saliendo de la Universidad. El Cristo de la Buena Muerte saliendo de la Universidad. El largo cortejo fue avanzando sobre la alfombra que marca el recorrido por el interior de la lonja universitaria hasta el cancel que da a la calle Doña María de Padilla. Allí la cruz de guía se colocó tras los músicos del Cerro para avanzar juntos hasta la plaza del Triunfo. Sólo los más de cien monaguillos que anteceden a cada paso rompen la sobriedad y seriedad de estos nazarenos de negro con cirios color tiniebla que llevaban cuatro años sin formar para hacer la estación de penitencia en la Catedral. Hasta las indicaciones de Antonio Santiago a sus hombres son apenas susurros a la canastilla que tienen eco en las voces de sus auxiliares. Ninguna voz, ninguna estridencia. Cuadrados los pasos, la dificultad de esta salida es mínima. El Cristo de la Buena Muerte, el magnífico crucificado de Juan de Mesa, sobre un monte de lirios morados, impuso su silencio en la lonja. Tras los casi interminables tramos de penitentes con sus cruces al hombro –limitadas hace unos años-, casi 25 minutos después, tiempo que alguno aprovechó para sestear sentado en una de las sillitas de los chinos y con los muros de la Universidad como respaldar, empezaron a salir los tramos de Virgen. Volvió entonces a sonar el martillo en el interior del Rectorado. El palio, delicadamente exornado con pequeñas rosas de color champán conformando lo que parecía un bouquet para una novia, tanto en las jarras como sobre la mesa, fue avanzando hasta situarse frente a la puerta, el redoble de tambor de la Banda Municipal de Alcalá de Guadaíra puso a todo el mundo en alerta. Poco a poco, sin apenas órdenes, la dolorosa de Juan de Astorga, que salía por primera vez desde la restauración a la que la sometió Francisco Arquillo el pasado verano, superó el dintel. Y la banda empezó a mimarla con las marchas que tiene dedicada la hermandad. Sonaba de nuevo esta tarde y en el mismo punto Virgen de los Estudiantes, aunque para distintas dolorosas; a continuación Santísimo Cristo de la Buena Muerte para terminar con Virgen de la Angustia. Los escasos metros que separan la puerta principal del Rectorado de su capilla eran los únicos minutos de cofradías que presenciaron los cofrades los últimos tres Martes Santos. Este año la lonja estaba llena, sobre todo, de hermanos que no visten la túnica pero que no quieren perderse nada de su cofradía. Entre ellos, el alcalde, Juan Ignacio Zoido, con su mujer, que aprovecharon para reponer los caramelos del cestito del benjamín de la familia, Fernandito.

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