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Danzar entre patines y tutús

el 05 oct 2011 / 18:39 h.

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Sí, los mire por donde los mire, son rusos los bailarines.

Sobre el escenario, pocos trabajadores hay mejores que los rusos. Cuando Europa era pacto de las dictaduras, mientras que unas vendían sus folclore y tiraban de tipismos varios convencidas de que a la sociedad se la controla mejor si se la machaca culturalmente, en Rusia compositores como Shostakovich y Tcherepnin escribían Sinfonías que pasarían a engrosar la más notable historia de la música, la Ópera del Bolshoi moscovita resplandecía con fastuosas producciones de obras nacionalistas (Borodin, Rimsky-Korsakov, Chaikovski) y los jóvenes rusos cerraban los ojos y soñaban con tocar el violín o danzar como figurines bailando en cualquiera de los infinitos ballets que todavía hoy magnetizan al público allá donde se presenten.

Y todo esto es porque el escenario del Teatro Lope de Vega será testigo hasta el próximo día 11 de las funciones de El lago de los cisnes sobre hielo de las que se encarga la compañía Imperial Ice Stars en una gira inabordable, inacabable, no se sabe cuando comenzó ni cuando acabará (¿vivirán aún quienes asistieron al estreno?) y viajera, sin hacerle remilgos a nada, que tan pronto recala en los madrileños Jardines de Sabatini o en el Lope de Vega sevillano como mañana, si le dan sitio, instalan 14 toneladas de hielo en Villalpando de Arriba.

Imperial Ice Stars suena inequívocamente a british, y no encontrará una sola reseña de la compañía en la que no se insista en la idea de que esta es "una prestigiosa compañía británica". Desde luego el nombre del director artístico, Tony Mercer, no da como para pensar que sea de mucho más arriba que Manchester o, apurándonos, Edimburgo. Pero sus bailarines, esos que sus primeros castañazos se los dieron con tutús y sobre patines, tienen otro origen: Olga Sharutenko, Olena Pyatash, Vadim Yarkov o Andrei Penkine son algunos de ellos. Desde luego portugueses no parecen.

El martes, en el estreno sevillano del Lago de los Cisnes, nadie se explicaba qué les corre por las venas a estos seres, tocados con la gracia del equilibro. Porque si bailar los pasos a dos del Lago se antoja una de las pruebas ‘triple salto mortal' para cualquier bailarín, hacerlo sobre patines parece directamente imposible. Desde luego no lo es para Olga Sharutenko. Para quienes la contemplen estos días encarnando el papel principal sólo será una heroína digna de aplauso, pero para centenares de rusos, esta patinadora que comenzó a entrenar profesionalmente con seis años es un ídolo (casi) de masas.

En su Twitter, recién abierto, ya tiene 330 seguidores y su carrera llena de superación y jalonada por innumerables premios de patinaje la convierten en un ejemplo a seguir en aquel país. Similar es el caso de buena parte del reparto. Un reparto, por cierto, poco dado a declaraciones y con bastante menos gusto por comunicar su vida y sus avatares que lo que se estila por estos lares. "Programados para trabajar", así los define Jaime Quesada, patinador sobre hielo, más modesto en ambición "pero también con una vida mucho más relajada".

Y no es que inevitablemente haya que enarbolar el tópico de que estos buenos rusos carecen de vida propia fuera del escenario "pero sí que es cierto que su modelo no es exportable, jamás podríamos tener en España compañías del nivel de Imperial Ice Star sencillamente porque aquí cuando los niños son niños pasan su tiempo libre jugando y no sometidos a una estricta disciplina", opina Quesada, quien sin embargo no duda en alabar hasta la extenuación a "estos genios". Tanto que en el estreno no dudó en ponerse de pie y casi con las lágrimas saltadas bravear a este conjunto de rusos cuyas vidas para llegar a donde han llegado no han tenido que ser mucho más fáciles que las que retrataba la reciente película de Natalie Portman, Cisne negro.

Una vez llegados hasta aquí, tocan las cifras. "Tres millones de espectadores en los cinco continentes han contemplado la obra, algunos de sus miembros comenzaron a dar piruetas con tres años, hay seis parejas en la gira y tres niños consecuencia de ello, algunos de los movimientos que se ven en la obra jamás se habían intentado por considerarlos imposibles, los artistas ensayan nueve horas al día, seis días por semana durante siete semanas para armar el show..."

Esta extenuante retahíla de datos la ofrece Cheryl Sheldon, responsable de la compañía, orgullosa de la intensidad de trabajo de los bailarines (suerte que los sindicatos rusos parecen bastante más permisivos que los españoles).Tendrá ahora que decidir si la música de Chaikovski, el hielo, los tutús y los avales que les presentan le son suficiente acicate para moverle de la poltrona o, por el contrario, prefiere quedarse en casa y que se lo cuenten. Y sí, es posible que tanta fusión de conceptos pueda resultar algo ‘kitsch'. Pero, a buen seguro, este clásico atemporal resiste bien todo lo que le echen. Lo próximo, El lago de los cisnes... sobre fuego. Es un decir. O no.

DE UTILIDAD

El Lago de los cisnes sobre hielo está hasta el 11 de octubre en el Teatro Lope de Vega. Los precios oscilan entre los 22 y los 52 euros. Funciones: 18.00, 20.30 y 22 horas.  

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