La precampaña electoral está desarrollándose por unos cauces de normalidad que casi con toda seguridad será difícil mantener en los días inmediatos al 9-M. En esta situación de normalidad encajan las múltiples promesas electorales que, según los sondeos, no parecen animar al personal; la presencia de los obispos, tratando de orientar el voto hacia la derecha con argumentos muy discutibles; la desaparición mediática de Acebes y Zaplana; la búsqueda del centro perdido y, sobre todo, las encuestas.
Hasta ahora se han publicado varias, incluida la macroencuesta del CIS, que han sido objeto de análisis e interpretaciones contradictorias, tratando de entrever o adivinar el posible resultado del 9-M. Algunas de ellas pueden suscitar reservas o desconfianzas por el procedimiento utilizado o por el "maquillaje" o arreglo que han podido experimentar antes de su presentación pública. Pero del conjunto se pueden deducir una serie de conclusiones referidas tanto a la realidad nacional como andaluza.
En primer lugar, se constata el empate técnico entre PP y PSOE, el estrecho margen que los separa y que lleva a pensar que la campaña será decisiva en la ruptura de ese equilibrio, especialmente los debates en televisión entre Rajoy y Zapatero. Otro factor decisivo será la movilización del electorado y su participación. A diferencia de lo ocurrido en las primeras elecciones, en las que el electorado de izquierda estaba más motivado e implicado y acudía a votar, ahora la situación es justo la contraria: el PP tiene unos apoyos muy firmes y un electorado consolidado que le garantiza una alta participación. De ahí el reto de los socialistas de convencer y movilizar a sus electores.
Las encuestas muestran otros datos significativos: todas dan ganador al PSOE; la mayoría de los encuestados (51%) prefiere que ganen los socialistas y la diferente valoración de los líderes y la intención decidida de voto son muy favorables al PSOE.
En Andalucía las encuestas vaticinan una nueva mayoría absoluta de los socialistas, el retroceso de los partidos minoritarios y un leve ascenso del PP que no logra quebrar la hegemonía del PSOE. De confirmarse estos pronósticos se daría una situación de bipartidismo imperfecto, con dos partidos ampliamente mayoritarios que convertirán los debates parlamentarios en un diálogo o en un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda con la presencia testimonial de IU. Las dificultades de la Coalición Andalucista para acceder al Parlamento son las consecuencias de las disensiones internas y de la política errática practicada en la última legislatura, especialmente en la tramitación del Estatuto de Autonomía. El electorado percibe estas situaciones y suele castigarlas en las urnas, pese a los últimos esfuerzos de Julián Álvarez por presentar unido al andalucismo.
En todo caso, de aquí al 9-M queda mucha tarea que realizar y la prudencia aconseja esperar al resultado definitivo de ese día.
Antonio Ojeda Escobar es notario
